jueves, 19 de septiembre de 2013


SUBRAYADO A LÁPIZ: pregúntale al polvo - john fante

Los Ángeles en la década de los años treinta. El joven aprendiz de escritor Arturo Bandini lucha por la dura supervivencia diaria, mientras sueña con el triunfo artístico y económico. Arturo proclama que es un genio de las letras, mientras se enfrenta a una compleja relación amorosa con Camilla, una chica mexicana que trabaja como camarera. Arturo Bandini se ve abocado a una destructiva relación de amor-odio, mientras sigue soñando con alcanzar la gloria. Novela de supervivientes urbanos que entusiasmó a Bukowski, PREGÚNTALE AL POLVO es un nuevo volumen de la saga protagonizada por Arturo Bandini, álter ego de John Fante.


"Seguí bajando las colinas por Olive Street y pasé ante las horribles casas de madera que apestaban a crímenes,y sin abandonar Olive, ante el Philarmonic Auditorium, recordé que había estado allí con Helen para oír los coros de los Cosacos del Don, que me había aburrido y que nos habíamos peleado por culpa de aquello, y me acordaba de lo que Helen llevaba puesto aquel día, un vestido blanco, y de que los riñones se me ponían en órbita cada vez que lo rozaba. Ay Helen, Helen... aunque allí no, claro."



"Sigue pues andando por Bunker Hill, amenza al cielo con el puño, sé qué piensas, Bandini. Imágenes de tu padre ante ti, un latigazo en la espalda, fuego y lava en el cráneo, que la culpa no es tuya: esto es lo que piensas, que naciste pobre, en el seno de una familia de campesinos pobres, obligado por pobreza, obligado a huir del pueblo de Colorado en que naciste porque eras pobre, vagabuendeando por las cloacas de Los Ángeles porque eres pobre, esperando escribir un libro que te haga rico, porque los que te detestan allá en Colorado, dejarán de detestarte si escribes un libro. Eres un cobarde, Bandini, un traidor a tu propia alma, un embustero de pena ante ese Jesucristo tuyo que ahora llora. Por eso escribes, por eso sería mejor que te murieras.

Sí, es verdad. Pero en Bel-Air he visto casas con jardines frescos y alfombrados de césped y piscinas de agua verdosa. He deseado a mujeres cuyos solos zapatos valen cuanto he tenido en toda mi vida. He visto palos de golf en los escaparates de Spalding, en Sixth Street, que me despiertan unas ganas locas de tenerlos en las manos. He llorado por tener una corbata, igual que el hombre piadoso llora por sus pecados. He admirado los sombreros que venden en Robinson del mismo modo que los críticos de arte se quedan boquiabiertos ante las obras de Miguel Ángel."



"Le miré los pies. Se dio cuenta de que pasaba algo y advertí su distanciamiento. Me dominó entonces una sensación de bondad, de frescura, de remozamiento, como si me cubriera una piel nueva.

- Las sandalias que calzas, ¿es necesario que las lleves, Camila? ¿Tienes que subrayar hasta ese extremo que siempre has sido y serás una hispana asquerosa y grasienta?

Me miró horrorizada, con la boca abierta. Unió las manos, se las llevó a los labios y entró corriendo en el bar. Alcancé a oír sus quejidos: oh, oh, oh.
Enderecé la espalda y me alejé contoneándome, silbando de satisfacción. En el arroyo de la calle, junto al bordilo, vi una colilla de buen tamaño. No tuve empacho en cogerla, la encendí con un pie metido aún en el arroyo, aspiré el humo y lo expulsé hacia las estrellas. Yo era americano y me sentía orgullosísimo de ello,, hasta el tuétano. La gran ciudad en que estaba, el asfalto poderoso que me sostenía y los edificios soberbios que me cobijaban eran la expresión de mi América. De entre la arena y los cactos de los americano habíamos sabido levantar un imperio. La raza de Camila había tenido su oportunidad. Y la había desaprovechado. Los americanos lo habíamos perseguido. Gracias, Dios mío, por la patria que me has dado. Gracias, Dios mío, por haberme hecho nacer en América."



"Fui al parking y me dirigí al coche de Camila. Me senté a esperar en la tapicería reventada. En un rincón del parking estaba la caseta donde el empleado gestionaba el negocio. Encima de la caseta había un reloj luminoso de color rojizo. Yo no apartaba los ojos del reloj, vigilaba el avance del minutero hacia las once. Entonces me entró miedo de volver a verla y cuando me revolví y encogí en el asiento, toqué algo blando con la mano. Era un gorro de Camila, negro, de tipo escocés, con una borla en lo alto. Lo palpé con los dedos, me lo llevé a la nariz. El polvo facial que conservaba era como el de ella. Era lo que andaba buscando. Me lo guardé en el bolsillo y salí del parking. Subí las escaleras de Angel´s Flight y me dirigí a la pensión. Ya en mi cuarto, lo saqué del bolsillo y lo eché sobre la cama. Me desnudé, apagué la luz y estreché entre mis brazos el gorro."



"- Eres hermosa -dije-. Eres una princesa maya.

- Soy la princesa Camila.

- Toda esta tierra y este mar te pertenece. Toda California. No existe California, no existe Los Ángeles, ni calle llenas de polvo, ni pensiones baratas, ni periódicos hediondos, ni gente desarraigada y moribunda que viene del Este, ni avenidas de ensueño. Estamos en tus dominios, un hermoso país con desiertos, las montañas y el mar. Eres una princesa y lo gobiernas todo.

- Soy la princesa Camila -dijo sollozando-. No existen los americanos, no existe California. Sólo desiertos, las montañas y el mar, y yo lo gobierno todo.

- Entonces aparezco yo.

-Entonces apareces tú.

-Yo soy Arturo Bandini. El escritor más grande de la historia universal."



"- Me das asco - dijo. ¡Dios mío, cuánto asco me das!

Mientras recogía los cigarrillos, la noche y el vacío barrio fabril se echaron a temblar al oír las perrerías que me espetaba Camila. Comprendí lo que pasaba. no despreciaba a Arturo Bandini, en absoluto. Lo que no soportaba era que yo no encajase en las ideas preconcebidas que ella tenía en la cabeza. Quería amarme, pero no sabía hacerlo. Quería que yo fuese como Sammy: tranquilo, taciturno, duro y distante, buen tirador con el fusil, un buen camarero que la aceptaba como se acepta a una camarera y nada más. Bajé del coche sonriendo porque sabía que la sonrisa le ofendería. 

- Buenas noches - dije-. Hace una noche espléndida. No me importa caminar. 

- Espero que no llegues muy lejos -replicó-. Espero que por la mañana te encuentren muerto en cualquier callejón. 

- Se hará lo que se pueda -dije.

Nada más oí que se le escapa un sollozo, un grito de dolor. Una cosa estaba clara: Arturo Bandini no estaba hecho para Camila López."





lunes, 16 de septiembre de 2013


SUBRAYADO A LÁPIZ : contra el viento del norte - daniel glattauer

En la vida diaria ¿hay lugar más seguro para los deseos secretos que el mundo virtual? Leo Leike recibe mensajes por error de una desconocida llamada Emmi. Como es educado, le contesta y como él la atrae, ella escribe de nuevo. Así, poco a poco, se entabla un diálogo en el que no hay marcha atrás. Parece solo una cuestión de tiempo que se conozcan en persona, pero la idea los altera tan profundamente que prefieren posponer el encuentro. Pero nada es tan sencillo como se podría pensar. ¿Sobrevivirían las emociones enviadas, recibidas y guardadas un encuentro «real»?


"AVISO DE CAMBIO DE DIRECCIÓN. EL DESTINATARIO YA NO PUEDE ACCEDER A SU CORREO. LOS MENSAJES NUEVOS SE BORRARÁN AUTOMÁTICAMENTE DE LA BANDEJA DE ENTRADA. EN CASO DE DUDA CONSULTE CON EL ADMINISTRADOR DEL SISTEMA"