jueves, 19 de febrero de 2015


SUBRAYADO A LÁPIZ: la constelación del perro - peter heller

Historia post apocalíptica en un mundo donde los humanos se extinguen, los ríos se secan y las especies empiezan a desaparecer poco a poco. Donde cazar un ciervo debe asegurar carne para semanas, y donde cada enemigo muerto servirá de "pienso" para tu perro. Donde los recuerdos pesan más si cabe que el duro presente, y donde la soledad acecha como cualquiera de las trampas que la realidad pone. Un mundo que parece lejano, pero que no parece descabellado imaginar. Intensa como The Road, pero con las dosis de ternura necesarias como para hacer de la existencia algo más que un mero trámite de supervivencia, La Constelación del Perro aúna lo mejor de la obra de McCarthy, a la vez que recurre a la sensibilidad y universalidad de El Principito,  y eso la hace una obra única e indispensable.


"Tenía un libro sobre las estrellas, pero ya no lo tengo. Mi memoria me vale, aunque no es estelar, ja. Así que me invento las constelaciones. Hice la del Oso y la de la Cabra, pero igual no las situé donde tendrían que estar, hice algunas para los animales que existían entonces, los que yo conocía. Hice una para Melissa, como si en las noches de invierno estuviera ahí arriba, entera, alta y sonriente, mirándome. Mirándome desde el cielo mientras la escarcha me forma arrugas en las pestañas y me empluma la barba. Hice una para el Angelito."



"Melissa pertenecía a ese círculo. Pero era distinto, porque se nos ha confiado el cuidado de ciertas almas. Como si pudiera sostenerla con mucho cuidado en el hueco de las manos, sujetarla con cuidadito. Con el paisaje no puedo, pero con ella sí, aunque a lo mejor resulta que era ella la que me sostenía a mí."



"Casi podía imaginar que no había pasado el tiempo, que Jasper y yo estábamos disfrutando de una larga temporada por ahí y que pronto volveríamos, que todo volvería a mí, que no había ocurrido ninguna catástrofe. Que no lo habíamos perdido todo salvo la vida. Igual que ayer en el huerto. A veces me cogía por sorpresa la idea de que aquello bastaba. De que la belleza sencilla aún era apenas soportable y si vivía de momento en momento, del huerto a la estufa y al acto sencillo de volar, podía alcanzar la paz."



"¿Es posible amar tan desesperadamente que la vida resulte insoportable? No me refiero a un amor no correspondido, sino a estar metido de lleno en el amor. En medio del amor y desesperado. Porque sabes que se acabará, porque todo se acaba. Fin."



"Las imágenes chocan, entran en conflicto en sus mentes atravesadas por el terror. Su propia vida, el alivio que no han asimilado todavía o ni siquiera se pueden creer, el horror del perro alimentándose. Crean un vórtice, una contracorriente, como las dos banderas del aeropuerto que se miran entre sí dedicándose vientos contrarios. Empiezan a temblar. Mucho.

- Va en serio. No os voy a disparar. Teníais razón, ya os habría matado. Sin duda.

Me miran con los brazos caídos. Matarlos por una Coca-Cola. No por algo esencial, por un lujo. Igual que antes se mataba por diamantes, por petroleo. Pues no. Hoy no."



"Al andar lo impulsas hacia delante. Cuando sueltas el trineo y te sientas en un tronco caído y... Te lo imaginas a tu lado, hecho un ovillo en la mancha de sol o tumbado encima de tus pies. No te encuentras muy bien. Entonces el Dolor se sienta junto a ti, te rodea los hombros con su brazo. Es tu mejor amigo. Constante. Y por la noche no puedes soportar oír tu respiración sin el contrapunto de otro aliento, y bajo la gran quietud se oye, como una banda sonora, el estruendo de la catarata de todas las cosas que te van arrebatando. Entonces el Dolor se tiende a tu lado, pegado a ti. Ni siquiera te molesta con el ruido de su respiración.

Filosofía barata, ¿eh, Jasper? Me pongo en plan poético cuando lo único que pasa es que te echo de menos. Te echo de menos que te cagas."



"Me temblaban un poco las manos. Solo un poco. Que te diviertas. Eso lo cambió todo. No tienes nada que perder, Hig. Eso fue lo que me dije, así que diviértete. El corazón se me salía del pecho, pero era por ese sentimiento ansioso, casi de felicidad, que recordaba de cuando jugaba al fútbol en el instituto. Yo era portero: la última defensa, el último recurso, el depositario final de la confianza del equipo. Y así era como me sentía de nuevo. Si fallas, más vale que te trague la tierra. Pero en cuanto empezaba la cosa actuabas casi sin pensar y la alegría se imponía al miedo. Empezaba a sentir algo muy parecido a aquello. No tener nada que perder te acerca al samurái. Ya estás muerto. Eso es lo que me dije."



"¿Podía decirle que asesinamos a un niño en mitad de la noche y que lo convertimos en comida para perro? ¿Que a plena luz del día asesinamos a una niña que me perseguía con un cuchillo de cocina y que quizá solo quería pedirme ayuda? ¿O que tal vez mis mejores recuerdos eran los momentos en que pescaba truchas en un arroyo de montaña sin más compañía que Jasper echado en la orilla? ¿Que casi todo eso es un sueño o podría serlo? ¿Que ya no soy capaz de distinguir entre los sueños y los recuerdos? ¿Que despierto de un sueño para entrar en otro, sin saber por qué sigo viviendo? ¿Que tengo la sospecha de que lo único que me mantiene vivo es la curiosidad? ¿Y que ya no estoy seguro de que sea suficiente?"



"Esto es lo que dejasteis atrás, pensé. La confirmación de la decisión que tomasteis al marcharos aquella noche. Confirmación y horror. A veces tener razón no sienta tan bien como uno esperaba: cuántas veces en los últimos años había pasado por el amargo trago de ver que tenía razón en algo que... en fin, que no quieres ni mirar."