lunes, 7 de diciembre de 2015


SUBRAYADO A LÁPIZ: el amor dura tres años - frédéric beigbeder

"No das crédito a estar tan enamorado. Durante un año, la vida es una sucesión de soleadas mañanas. Te dedicas a escribir libros sobre esta cuestión. Te casas lo antes posible. El segundo año, hacéis el amor cada vez menos. Resistes la tentación de fijarte en las señoritas ligeras de ropa. El tercer año, ya no resistes la tentación. Llega el momento en que ya no puedes soportar a tu esposa, te has enamorado de otra. Recibes dos noticias. La noticia buena: tu mujer te abandona. La noticia mala: empiezas otro libro. "Así se resume el hilo argumental de El Amor Dura Tres Años, el primer éxito del polémico escritor y publicista francés, Frédéric Beigbeder. Una historia de amor moderna con tintes autobiográficos, que el autor-protagonista presenta de una forma egocéntrica que roza el machismo por momentos, pero que a su vez no deja de ser aguda, romántica y con matices incluso brillantes. Esta novela se disfrutará mucho más si se toma como una broma (muy seria) que frivoliza en torno al amor, y que a partir del patetismo de su protagonista aglutina multitud de aforismos que, como poco, y si no te la tomas muy a la tremenda, te sacarán al menos alguna media sonrisa.



"Acaba de cumplir treinta años: la edad espuria en la que uno es demasiado viejo para ser joven y demasiado joven para ser viejo. Para no decepcionar a nadie, hace todo lo posible por estar a la altura de su reputación. A base de querer aumentar su press-book, se ha ido convirtiendo poco a poco en una caricatura de sí mismo. Le resulta agotador tener que demostrar que es amable y profundo, así que se las da de canalla supercial, adoptando ese comportamiento desordenado, e incluso mortificante. Él se lo ha buscado: cuando está en la pista de baile y se pone a gritar, ¡Yupi, acabo de divorciarme!, nadie acude a consolarlo. Sólo los rayos láser atraviesan su corazón como si fueran espadas."




"Ya no sonrío. No tengo las fuerzas suficientes para hacerlo. Estoy muerto y enterrado. No tendré hijos. Los muertos no se reproducen. Soy un muerto que estrecha la mano de la gente en los cafés. Soy un muerto más bien sociable, y muy friolero. Creo que soy la persona más triste que jamás he conocido. En invierno, en París, cuando el termómetro llega a bajo cero, el ser humano necesita salones interiores iluminados por la noche. Allí, escondido entre el rebaño, puede finalmente ponerse a temblar."




"En lugar de pedirle perdón le dije: Vete, perderás el avión. No dije nada para salvarla. Hoy, sólo con recordarlo, mi barbilla todavía se pone a temblar. Ella tenía una mirada suplicante, triste, empañada, odiosa, apaleada, inquieta, decepcionada, inocente, orgullosa, despreciativa, que sin embargo seguía siendo azul. Nunca lo olvidaré: aquella mirada estaba descubriendo el dolor. Tendré que aprender a vivir con esa mierda sobre las espaldas. Nos apiadamos de los que sufren, pero no de los que dañan a los demás. Apáñate, que ya eres mayorcito, viejo. Eres el tío que no cumplió sus promesas. Recuerda al final de Adolphe: En la vida la gran cuestión es el dolor que causamos, y la más ingeniosa metafísica no justifica al hombre que ha desgarrado el corazón que lo amaba."




¿Por qué nunca hay nadie en los divorcios? El día de mi boda, estuve rodeado de todos mis amigos. Pero el día de mi divorcio estoy increíblemente solo. Ningún testigo, ninguna dama de honor, nada de familia, ni amigos borrachos para darme palmaditas en la espalda. Ni flores, ni coronas. Me habría gustado que me lanzaran algo, a falta de arroz, no sé, tomates podridos, por ejemplo. A la salida del Palacio de Justicia, este tipo de proyectil suele ser moneda corriente. Uno siempre debería casarse solo y divorciarse con el apoyo de todos sus amigos."




"Tarde mucho en admitir que me casé sólo por los demás, que el matrimonio no es algo que hagas por ti mismo. Uno se casa para poner nervioso a los amigos o para hacer feliz a los padres, a veces por ambas cosas, a veces a la inversa. En nuestros días, nueve de cada diez bodas pijas y convencionales sólo son trámites obligatorios, ceremonias mundanas en las que unos padres tensos cursan invitaciones.(...) Uno se casa exactamente igual que pasa el bachillerato  se saca el carnet de conducir: siempre procura adaptarse al mismo molde para ser normal, normal, NORMAL, a cualquier precio. Al no poder estar por encima del resto del mundo, deseamos ser igual que todo el mundo por miedo a quedar por debajo. Y ésa es la mejor manera de arruinar un amor verdadero. De hecho, el matrimonio no sólo es un modelo impuesto por la educación burguesa: también es objeto de un colosal lavado de cerebro publicitario, cinematográfico, periodístico e incluso literario, una inmensa intoxicación que acaba llevando a hermosas señoritas a desear un anillo o un vestido blanco cuando, sin semejante despliegue, nunca se les habría ocurrido pensar en ello.(...) En un mundo perfecto, las chicas de veinte años jamás se sentirían atraídas por un invento tan artificial. Soñarían con la sinceridad, la pasión, lo absoluto, no con un tío enfundado en un frac de alquiler. Desearían al Hombre que sabría sorprenderlas cada día creado por Dios, no al hombre que les va a ofrecer unas estanterías de Ikea."




"Por más que sepa que el amor es imposible, estoy convencido de que dentro de unos años me sentiré orgulloso de haber creído en él. Nadie podrá quitarnos eso a Anne y a mí: creímos en el amor con toda sinceridad. Bajando la cabeza, embestimos de lleno y con todas nuestras fuerzas una muleta que resultó ser de hormigón. No os riáis. Nadie se burla de Don Quijote, y, sin embargo, la emprendía contra molinos de viento. Durante mucho tiempo, mi único objetivo en la vida fue autodestruirme. Hasta que, en una ocasión, sentí deseos de ser feliz. Es terrible, me siento avergonzado, perdonadme: un día experimenté esa vulgar tentación de ser feliz. Lo que he aprendido desde entonces es que aquél era el mejor modo de destruirme"




"El problema sexual de los niños de papá es que desde pequeños les han acostumbrado a tenerlo todo sin dar nada a cambio. Ni siquiera se trata de una cuestión de egoísmo (en la cama, TODOS los tíos son egoístas). Lo que ocurre es que nadie les ha explicado jamás que existe alguna diferencia entre una chica y un Porsche."




"Los ricos de hoy han olvidado que el dinero es un medio, no un fin. Ya no saben qué hacer con él. Cuando eres pobre, por lo menos puedes pensar que todo podría arreglarse con dinero. Pero cuando eres rico, no puedes pensar que con una nueva casita en el Midi, otro coche deportivo, un par de zapatos de doce mil del ala o un maniquí suplementario, todo se arreglará. Cuando eres rico, ya no hay excusas. Ésa es la razón por la cual todos los millonarios toman Prozac: porque ya no hacen soñar a nadie, ni siquiera a sí mismos."




"- Escucha, ¿crees que el amor dura tres años?

Me mira con expresión compasiva.

- ¿Tres años? ¡Eso es mucho! ¡Qué horor! ¡Con tres días hay más que suficiente! ¿Quién te ha metido esa estúpida idea en la cabeza, pequeño grumete?

- Al parecer se trata de una cuestión hormonal, quiero decir, bioquímica, o sea... Al cabo de tres años, se acabó, no hay nada que hacer. ¿No te parece triste?

- De eso nada, monada. El amor dura lo que tiene que durar, me da lo mismo. Pero si quieres que dure, creo que es necesario aprender a aburrirse. Hay que encontrar a la persona con la que tengas ganas de aburrirte. Ya que la pasión eterna no existe, busquemos por lo menos un tedio agradable."




"Bueno, vale, cuando Alice abandonó a Antoine, y cuando nos fuimos a vivir juntos a la Rue de Mazarine, no os negaré que a veces sufría crisis de angustia. La felicidad es mucho más espantosa que la infelicidad. Haber logrado lo que más deseaba en este mundo me colmó de alegría, y al mismo tiempo, me hundió en un mar de dudas. ¿Volvería a cometer los mismos errores? ¿Acaso sólo era un romántico cíclico? Ahora que ella estaba conmigo, ¿la deseaba realmente? ¿Me volvería demasiado tierno? ¿Llegaría a aburrirme con ella? ¿Cuándo iba a dejar de comerme el coco de una vez por todas, joder?"




"Lo más fantástico de la vida es que continúa. Nos besamos lentamente, cogidos de la mano bajo la luna de color naranja, escuchando el porvenir. Miré mi reloj: eran las 23 horas, 59 minutos."



miércoles, 2 de diciembre de 2015


SUBRAYADO A LÁPIZ: rat girl - kristin hersh

En 1985, Kristin Hersh contaba con diecinueve años de edad y un futuro prometedor: su grupo de música, los seminales dentro del indie rock norteamericano, Throwing Muses, empezaban a despegar con fuerza entre la crítica musical del país. Sin embargo, esta hija de una familia hippie poco convencional no podía prever lo que estaba por venir: el mismo año se le diagnostica síndrome bipolar y se queda embarazada. A partir de ese momento mezclar antidepresivos con vitaminas para el embarazo se convierte en algo cotidiano con lo que lidiar para mantener una banda que tuvo el importante encargo de firmar su debut para el prestigioso sello británico 4AD . Con una prosa delicada, cuidada e intimista, Hersh realiza un inventario de su singular historia personal, llevándonos del delirio surrealista a la auto superación.



"Por desgracia estos tíos sólo tocan música que han escuchado en otra parte, lo que resulta agradable pero fácil. Los músicos se vuelven petulantes cuando no se machacan cada día a trabajar. Como no tienen que concentrarse en lo que están tocando, se preocupan por cosas como la pinta que llevan mientras tocan: ponen caras, dan saltos de un sitio a otro. Supongo que intentan ligar. No sé si les da resultado. Debería preguntárselo."




"En realidad no me importa demasiado haber sido atropellada. Fue interesante, y probablemente mi única oportunidad de salir volando sin tener que planteármelo. Creo que si ahora me atropellara un coche me molestaria, pero antes de aprender a lloriquear acerca de lo frágil que es la existencia, aún estamos expuestos a ser lanzados por ahí, aunque nos estalle en la cara al caer. ¿Y qué si ese repentino contacto con el asfalto te deja sin dientes, o incluso sin un pie? Al menos ya sabes lo que se siente."



"A una verdadera canción no le importa quién la escuche, ni siquiera se preocupa por quién la toque. Existe sola en sí misma. Es tan espiritual que es física, tan esencial que no dice: mírame, sino míranos. Escucharla es como mirar la naturaleza: asqueroso y sublime. Así que respeto a la música: tiene autoridad. Dioses y demonios. Pero nunca haría música por hacer. Dave dice que es una ley implícita en ella: debes tener la necesidad de hacerlo, o podrías estar mintiendo."




"Nadar por la noche es maníaco, querer aprenderlo todo y vivir en todas partes es maníaco, igual que tener siempre calor (los pobres del grupo deben haber pasado mucho frío), oír canciones, ser infatigable (la incapacidad de tumbarme en el suelo o estar sentada en una silla), la indiferencia hacia el futuro, lo de ver cosas que no existen en la realidad, el insomnio, correr cuando hay tormenta, la necesidad  de volver borroso el mundo para enfocar, todo lo de la Perrera, odiar los interiores, pasarse la noche quejándose de lo mala que es la radio (los pobres del grupo deben haberse hartado tanto), pensar que he sido llamada, que tengo una misión... todos ésos son los síntomas de un trastorno maníaco depresivo prolongado. Qué vergüenza. ¿Qué es lo que queda? ¿Qué soy yo? ¿Soy algo?"




"- Si te quedas realmente quieta y prestas atención a cada una de las partes de tu cuerpo, te das cuenta de que siempre te duele algo.

Joder.

- ¿Qué quieres decir?

- Bueno, -respode- que siempre hay partes de ti que te hacen daño."




"- Creo que en la vida hace falta algo que sea al mismo tiempo hermoso y necesario. Una persona, una misión o un lugar. Hermoso no significa bonito, y no es preciso que se trate de algo que todo el mundo entienda, pero... creo que el pasaporte hacia el cielo es cuidar de algo, y no morirse."





"Los bebés son muy punk rock: calvos y babeantes, chillan y hacen muecas mientras aprenden a manejar su nueva nave espacial hecha de carne, músculo y hueso. Estas pequeñas personitas todavía no son televisión y laca. Parecen tener la agilidad innata de los animales, algo que sus madres han perdido. Es posible que sea porque estar vivo es la única razón de un niño para estar aquí, ya que nadie les pide que demuestren su valía de ningún otro modo. Están aquí, ése es su propósito, y lo celebran sintiendo cosas, sin que parezca importarles lo más mínimo ni la lógica ni la gravedad."




"Fueran lo que fueran, para ellos significaba competición. Desde su punto de vista el mundo entero es competición; consíguelo ya, sea lo que sea, antes de que lo consiga otro. Maridos y mujeres compiten entre sí. Las parejas compiten con otras parejas. Es desconcertante. ¡Y yo que creía que éramos una especie social! Supongo que sólo son el lado oscuro de la sociabilidad. (...) De sobra sé que es mi culpa y mi problema. Intento no criticar a los yuppies, no vaya a ser que me critiquen a mí. Quiero que me caigan bien, pero me lo ponen muy difícil. Siempre se hablan con impaciencia, y se quejan de... de todo: de trabajar, de no trabajar, de hacer ejercicio, de no hacer ejercicio, de los pies hinchados, de las barrigas hinchadas (¿y qué esperabais?), del calor que hace dentro, del frío que hace fuera, de todo lo que han comprado, de todo lo que aún les falta por comprar, de sus amigos y de sus seres queridos. No puedo con ellos. Tienen tanto y se quejan tanto..."




"- Creo que tú deberías preguntarte si estás en paz. En realidad, todos deberíamos hacerlo. Si la respuesta es no, algo habrás de hacer para cambiar la situación"

lunes, 2 de noviembre de 2015


SUBRAYADO A LÁPIZ - las asombrosas aventuras de kavalier y clay - michael chabon

Nueva York, 1939. Joe Kavalier, un joven artista entrenado en las artes del escapismo del maestro Houdini, acaba de lograr su mayor proeza: huir de la Praga ocupada por los nazis. Su objetivo es triunfar en América, ganar dinero rápidamente, y así poder liberar a su familia de las garras del imperio nazi. Joe se instala en Brooklyn, donde entabla amistad con su primo Sammy Clay. Los dos chicos se lanzan al incipiente mercado del cómic, creando un superhéroe judío que viajará a Europa para luchar contra Hitler. En la recreación del Nueva York de los años cuarenta que ilumina la historia caben el amor, los celos, la homosexualidad, la bohemia y las reflexiones sobre la creación artística, sin olvidar la ternura y el humor marca de la casa de Chabon. Galardonada con el Premio Pulitzer 2001, Las asombrosas aventuras de Kavalier y Clay se podría entablar dentro de lo que se suele considerar Gran Novela Americana.



"- Te puedo hacer llegar a Vilna, en Lituania -dijo Kornblum por fin-. Desde allí te las tendrás que apañar solo. Memel está ahora en manos de los alemanes, pero a lo mejor puedes encontrar un pasaje desde Priekule.

- ¿Lituania?

- Eso me temo.

Al cabo de un momento el chico asintió, se encogió de hombros y aplastó el cigarrillo en un cenicero que tenía dibujados el kreuzer y la espada del símbolo del club Hofzinser.

- Olvídate del sitio del que te escapas -dijo, citando una de sus viejas máximas-. Reserva tu preocupación para el sitio al que te diriges."




"Un detalle sorprendente sobre el mago Bernard Kornblum, recordó Joe, era que creía en la magia. No en la supuesta magia de velas, pentagramas y alas de murciélago. No en la astrología, en la teosofía, la quiromancia, los zahoríes, el espiritismo, las estatuas que lloran, los hombres lobo, los sucesos sobrenaturales ni los milagros. Todas estas cosas las contemplaba Kornblum como estafas, muy distintas -y mucho más destructivas- que el tipo de ilusionismo que él practicaba, cuyo éxito, al fin y al cabo, aumentaba en proporción directa a la conciencia por parte del público de que a pesar de toda la atención que pudieran poner, estaban siendo engañados. Lo que fascinaba a Bernard Kornblum, por otra parte, era la magia impersonal de la vida, cuando en una revista leía que un pez podía camuflarse en función a siete clases distintas de fondo oceánico o cuando se enteraba por un noticiario de que los científicos habían descubierto una estrella moribunda que emitía radiación en una longitud de onda cuyo valor en megaciclos equivalía aproximadamente a Pi. En el ámbito de los asuntos humanos, esta clase de encatenamientos a menudo, aunque no siempre, resultaban más tristes, a veces hermosos y a veces crueles. Sus existencias eran básicamente las ironías y los únicos portentos verdaderos: aquellos que se revelaban, de forma inconfundible e insoslayable, en retrospectiva."




"Después de perder a su madre, su padre, su hermano y su abuelo, a los amigos y rivales de su juventud, a su querido maestro Bernard Kornblum, su ciudad, su historia -su hogar-, a Joe le parecía que la acusación habitual que se hacía a los cómics, el hecho de que ofrecían una simple evasión fácil de la realidad, era en realidad un poderoso argumento a su favor. A lo largo de su vida se había escapado de cuerdas, cadenas cajones, sacos, y cajas, de esposas y grilletes, de países y regímenes, de los brazos de una mujer que lo amaba, de un avión estrellado y de la adicción al opio y de todo un continente helado decidido a acabar con su vida. La evasión de la realidad era, en su opinión -sobre todo después de la guerra-, un desafío que valía la pena.




"El doctor Fredic Wertham era un idiota. Era obvio que Batman no intentaba corromper a Robin, ni de forma consciente ni inconsciente. Intentaba hacerle de padre, y por extensión reemplazar a todos los padres ausentes, indiferentes y desaparecidos de los niños lectores de cómics de América. Ahora Sammy querría haber tenido la presencia de ánimo para decirle al subcomité que añadir un ayudante a un héroe disfrazado de cómic garantizaba un aumento del veintidós por cierto en su circulación. Pero ¿qué importaba aquello? Era mejor no haber presentado ninguna resistencia. Ya se había terminado. No tenía más opción que liberarse a sí mismo."

lunes, 3 de agosto de 2015


SUBRAYADO A LÁPIZ: la fortaleza de la soledad - jonathan lethem

La Fortaleza de la Soledad cuenta la historia de Dylan Ebdus. Ebdus llega a Boreum Hill, Brooklyn, durante la primera mitad de los setenta; un niño blanco de una familia de hippies que se establecen con el beneplácito de la fundadora de la comunidad blanca local. La madre de Dylan, Rachel, una mujer bohemia y pronta a llegar a las manos, abandona poco después a su marido Abraham; un quijotesco pintor que lleva toda su vida haciendo una película con sus pinturas abstractas y que sobrevive pintando portadas para ediciones de ciencia ficción de bolsillo. Las peripecias de Dylan para sobrevivir a lo largo de todas su educación secundaria en un barrio de negros, así como sus días de ser apalizado simplemente por el dinero de su almuerzo parecen llegar a su fin cuando conoce a su hermano espiritual Mingus Rude, un negro que le introduce en otros mundos.

Algo así como el antecedente literario, interracial y de la "Marvel" a la película Memorias de Queens.


"La cuestión en el caso de la pelea entre Henry y Robert Woolfolk era la siguiente: Dylan Ebdus nunca llegó a saber si había estado allí y la había presenciado con sus propios ojos o si solo había oído todos los detalles, convertidos en leyenda por los otros hijos. Sencillamente no lograba recordarlo y, pasado un tiempo, dejó de intentarlo."




"Era perfectamente posible que una canción te destrozara la vida. Sí, la maldición musical podía caer sobre una solitaria figura humana y aplastarla como a un gusano. La canción, aquella canción, la mandaban a por ti desde algún otro lugar, a arruinarte la existencia. La canción era tu destino asqueroso personal, se manifestaba en forma de zumbido pop emergiendo de la radio por todas partes. En el mejor de los casos era la banda sonora de tu destrucción, el tema principal. Los días quedaban reducidos a un montaje de su ritmo de cencerro, con su inexorable doble línea de bajo y voces picantes, una especie de sorna salmondiada rodeada de gemidos de placer."




"Acabas de dejar la calle Dean y, con ella, a Aeroman. Si eso implica evitar al que te protegió la espalda durante toda la secundaria, al que en otro tiempo te esforzaste por imitar, a aquel cuya órbita te contentabas con seguir -si eso significa no contestar las llamadas del chico del millón de dólares anotadas con la cuidadosa letra de Abraham-, es un precio pequeño a pagar por hacerte mayor, ¿no?

Esto no es ninguna fiesta, no es una discoteca ni ninguna tontería.

Es el final, el final de la década de los setenta."




"A Dylan la idea de tener mucha calle en Manhattan siempre le ha parecido broma, se ha preocupado de no mofarse de sus amigos nacidos en el West Side o Chelsea que cruzan calles para esconderse de grupos oriundos como si allí hubiera alguna vez mal rollo. El East Village está demasiado poblado y es demasiado frenético para resultar peligroso y, la verdad, hay policía por todas partes. Sus amigos no saben lo que es el miedo, no tienen ni idea. Aunque, vete tú a saber, en lo alto de la escalera del gay hay ahora mismo sentado con las piernas separadas un negro con sudadera con capucha y no parece que le intimide en absoluto encontrarse ahora mismo fuera de su territorio."




"La firma era un grito, una declaración, algo innegable. La cárcel que nadie mencionaba ni miraba y el rastro de pintura goteante que cubría hasta la última superficie pública de la ciudad y que nadie mencionaba ni miraba: dos cosas invisibles se habían unido en una visible, al menos por un día. (De hecho tardaría diez días en desaparecer. ¿ Quién sabía como limpiar el exterior de una cárcel de veintiséis plantas? Y después, un DOSE fantasma permaneció grabado en el hormigón restregado.) Dylan clavó la vista en la firma presa de un desconcierto estúpido y culpable, intentando imaginárselo, preguntándose qué ocurriría a continuación en ese mundo que él había abandonado. Descifrando el mensaje de cuatro letras. Descifrando si se trataba de un mensaje. O solo de una firma. Alguien ha traicionado al otro, pero no sabes quién a quién. Alguien está volando y no eres tú."




"- No te cuento las experiencias más difíciles de mi vida para que después me las eches en cara -dijo-. Cuando he estado deprimida al menos he tenido el valor de admitirlo. No quiero que vuelvas a emplear esa palabra conmigo, ¿de acuerdo?

- Pues claro que has tenido el valor de admitirlo. Y por lo visto he metido el dedo en llaga. Eso se llama dejarte conocer, Abby.

- ¿Ah sí? ¿Y cómo se llama cuando uno no se conoce a sí mismo?

- ¿Qué quieres decir?

- ¿Por qué no me dijiste que vendría tu padre, Dylan? ¿Cómo has permitido que siguiera haciéndome el lío?

Me quedé mirándola.

- Tú sí que estás deprimido, Dylan. Ese es el secreto que te escondes a ti mismo. No lo admites. Te rodeas de depresión para no admitir que tú eres la fuente de la depresión. Piensa en ello.

- Una teoría interesante -musité.

- Que te jodan Dylan, no es interesante, no es una teoría. Estás tan ocupado sintiendo lástima por mí o por cualquiera, por Sam Cooke, porque te resulta conveniente para no pensar en ti."




"Katha era tan buena como sus heridas. Formaban la esencia de su ser. Lo que me convertía en alguien peligroso, o al menos desagradable, no era mi dolor, sino el modo en que lo había negado. Lo que había dejado por hacer. Katha daba cobijo a su hermana y a M-Dog, Mingus entregaba un riñón y Abraham y Francesca le llevaba sopa y pollo a Barrett Rude Junior. En mi estado visionario veía incluso los Tupperwares, veía al esquelético Barry embadurnando de mostaza picante un muslo frío de la nevera. Mientras, Abby y yo librábamos una ingeniosa guerra para demostrar cuál de los dos estaba en realidad deprimido. Por lo visto, al rechazar mi dolor había matado de hambre mi vida. me había perdido entre amagos y escaramuzas a tres mil kilómetros del frente. Katha tenía una cama preparada a la espera de su hermana: yo tenía The Falsetto Box y Your So Called Friends."

jueves, 9 de abril de 2015


SUBRAYADO A LÁPIZ: canciones de amor a quemarropa - nikolas butler

Henry, Lee, Kip y Ronny crecieron juntos en el mismo pueblo de Wisconsin, Little Wing. Amigos desde niños, sus vidas comenzaron de manera similar, pero han tomado caminos distintos. Henry se quedó en el pueblo y se casó con su primera novia, mientras que el resto lo abandonó en busca de algo más: Ronny se convirtió en un famoso cowboy de rodeo, Kip en exitoso agente de bolsa y Lee en una estrella de rock de fama mundial. Cuando se vuelven a reunir en una boda, todos tratan de recuperar su vieja amistad pese a lo mucho que han cambiado. Entre la alegría del encuentro las antiguas rivalidades renacen y los viejos secretos amenazan con destrozar amistad y amor. Una novela sobre las cosas que importan: el amor y la lealtad, el poder de la música y la belleza de la naturaleza. Un relato maravilloso, emotivo y profundo que trata de un viejo tema: ¿podemos sentirnos alguna vez realmente en casa?
"Ronny se quedó un poco tristón, y advertí que se lamía los labios agrietados al ver a nuestros amigos beber al calor del sol: la cerveza bajando garganta abajo, los labios mojados, el aire súbitamente perfumado con el dulce aroma a cerveza americana barata. Era el olor de nuestra infancia, el olor de los silos y los graneros y los campos en los días de siega. La cerveza era nuestro tónico, y yo comprendía a la perfección la tortura por la que estaría pasando Ronny. No tenía el cerebro tan dañado como para haber olvidado las luces mortecinas de nuestros bares de siempre y el ruido de nuestros jukeboxes favoritos. Ni las noches que habíamos pasado en el campo, tumbados en la caja descubierta de una vieja camioneta, vaciando docenas de latas de cerveza y arrojándolas luego a los diques en esos maizales infinitos. Ni cómo después, borrachos, hacíamos el amor: el tacto de los dedos, el peso de los pechos, la caricia de las piernas, los forcejeos con las tercas cremalleras, los tirones que había que darles a unos vaqueros demasiado ajustados. La cerveza había sido el motor de nuestros mejores recuerdos." H



"Cuando no tenía otro lugar adónde ir, siempre volvía a Little Wing. Cuando no tenía nada de nada, volvía a LittleWing. Volvía aquí y, de la nada, hacía algo. Aquí podía vivir sin apenas dinero; no tenía en qué gastarlo ni a quién impresionar. Aquí a la gente solo le importa tu espíritu de trabajo, tu amabilidad y tu capacidad. Yo volví a Little Wing y aquí descubrí mi voz como quien descubre algo que se le ha caído del bolsillo, como si fuera un souvenir que llevara tiempo olvidado. Y cada vez que vuelvo aquí me encuentro rodeado de gente que me quiere, que se preocupa por mí, que me protege como si levantara una tienda de calor. Aquí escucho cosas, aquí el mundo tiene un latido distinto, el silencio suena como una cuerda que alguien hubiera rasgado millones de años atrás, música en los álamos y los abetos y los robles, hasta en los campos y en el maíz que se seca al sol. ¿Cómo le explicas todo eso a alguien? ¿Cómo le explicas todo eso a alguien a quien quieres? ¿Y si no te entiende?" L




"Los lobos, los osos, los fantasmagóricos alces, los linces rojos y los pumas. Los gansos que vuelan en escuadrillas uniformes y los patos y los colimbos. Pero mis favoritos siguen siendo los ciervos. Los prados que contemplo, las familias que los recorren como nómadas o refugiados o, mejor aún, como nativos; nunca lo sabré. Me he quedado dormido en sus camas, esos lugares de la pradera en los que han aplanado la hierba, la han calentado con su cuerpo y se han dormido soñando... ¿soñando qué? En Wisconsin hay gente, lo sé, a quienes los ciervos les parecen alimañas, una plaga, prácticamente, una especie que no da más que problemas, una especie que cada día se suicida en masa abalanzándose sobre el tráfico, criaturas que se cargan cultivos y estropean jardines y cuya población ha crecido hasta convertirse en una epidemia. Pero a mi nunca me lo ha parecido. Si hay tantos ciervos es por nosotros. Ellos no tienen la culpa. Puede que tal vez lo que sobre sean humanos: demasiada gente conduciendo coches, comiendo demasiado maíz, construyendo demasiadas casas y acorralando a los lobos y los coyotes. Adoro los ciervos." L




"Yo solo quería estar más cerca de ella, creo. Quería estar en compañía de una mujer. Quería estar en la cama con una mujer y olerle el pelo a una mujer y tocarle el vientre a una mujer, y más que ninguna otra cosa, quería hablar con alguien. ¿Era sincera la carta que le había escrito a Beth? Creo que sí. Creo que era completamente sincera, aunque después de tantos años ya no sabría decirlo. Nos acostamos juntos, eso sí que no lo puedo negar, y me niego a lamentarlo, eso es, y esa noche la recordaré durante el resto de mi vida. Me he acostado con cientos de mujeres. Más de mil, tal vez. Habré tenido más amantes que Little Wing vecinos. Pero esa noche con Beth es la única que recuerdo. Es la que me confunde, la que hace que el corazón me duela, la que me acelera el pulso. ¿Qué clase de amigo soy yo que me acuesto con la mujer de mi mejor amigo? Entonces no estaban casados, cierto -por aquella época ni siquiera salían juntos-, pero aún así. Lo he mantenido en secreto durante todos estos años, y supongo que Beth también. ¿Significará eso que nos avergonzamos de lo que hicimos? O, simplemente, tal vez, que queremos guardárnoslo para nosotros solos como si fuera un sueño inexplicable, un sueño que, al despertar, quieres retomar de nuevo, deliciosamente, un sueño en el que podrías quedarte siglos mientras tu cuerpo envejece y tu lecho está cada vez más gastado y la gente a la que quisiste se desvanece y muere en los límites de tu realidad." L




"Creemos que el mundo es constante, que, bajo nuestros pies, vaga por el espacio día y noche, con lluvia y con sol. Y llega el día en el que te caes del planeta y empiezas a flotar en el espacio exterior, y todo lo que parecía cierto, todas las leyes que antes habían regido tu vida, todas las reglas y las normas que mantenían las cosas en su sitio, que te mantenían a ti en tu sitio, han desaparecido. Y ya nada tiene sentido. Adiós a la gravedad. Adiós al amor." H




"A esa noche con Lee de habían seguido unos meses de apatía en mi trabajo de camarera y en la peluquería y, podríamos decir que si mi vida llegó alguna vez a descarriarse, fue durante esa época. Nunca volví a acostarme con Lee, pero pasamos semanas enteras llamándonos por la noche casi sin aliento, acostados boca arriba cada uno en su cama, igual que adolescentes locos de amor, aunque, en nuestro caso, ninguno de los dos iba a reconocer que estaba enamorado o que no lo estaba." B




"América, diría yo, consiste en gente pobre tocando música y en gente pobre compartiendo comida y en gente pobre bailando aun cuando llevan una vida tan desesperante y tan deprimente que ya ni debería haber sitio para la música o para algo de comida extra, cuando no deberían quedarles energía ni para bailar. Y ya me pueden venir con que no tengo razón, con que somos un pueblo puritano, un pueblo evangélico o un pueblo egoísta, pero yo no lo creo. No quiero creerlo." L

jueves, 19 de febrero de 2015


SUBRAYADO A LÁPIZ: la constelación del perro - peter heller

Historia post apocalíptica en un mundo donde los humanos se extinguen, los ríos se secan y las especies empiezan a desaparecer poco a poco. Donde cazar un ciervo debe asegurar carne para semanas, y donde cada enemigo muerto servirá de "pienso" para tu perro. Donde los recuerdos pesan más si cabe que el duro presente, y donde la soledad acecha como cualquiera de las trampas que la realidad pone. Un mundo que parece lejano, pero que no parece descabellado imaginar. Intensa como The Road, pero con las dosis de ternura necesarias como para hacer de la existencia algo más que un mero trámite de supervivencia, La Constelación del Perro aúna lo mejor de la obra de McCarthy, a la vez que recurre a la sensibilidad y universalidad de El Principito,  y eso la hace una obra única e indispensable.


"Tenía un libro sobre las estrellas, pero ya no lo tengo. Mi memoria me vale, aunque no es estelar, ja. Así que me invento las constelaciones. Hice la del Oso y la de la Cabra, pero igual no las situé donde tendrían que estar, hice algunas para los animales que existían entonces, los que yo conocía. Hice una para Melissa, como si en las noches de invierno estuviera ahí arriba, entera, alta y sonriente, mirándome. Mirándome desde el cielo mientras la escarcha me forma arrugas en las pestañas y me empluma la barba. Hice una para el Angelito."



"Melissa pertenecía a ese círculo. Pero era distinto, porque se nos ha confiado el cuidado de ciertas almas. Como si pudiera sostenerla con mucho cuidado en el hueco de las manos, sujetarla con cuidadito. Con el paisaje no puedo, pero con ella sí, aunque a lo mejor resulta que era ella la que me sostenía a mí."



"Casi podía imaginar que no había pasado el tiempo, que Jasper y yo estábamos disfrutando de una larga temporada por ahí y que pronto volveríamos, que todo volvería a mí, que no había ocurrido ninguna catástrofe. Que no lo habíamos perdido todo salvo la vida. Igual que ayer en el huerto. A veces me cogía por sorpresa la idea de que aquello bastaba. De que la belleza sencilla aún era apenas soportable y si vivía de momento en momento, del huerto a la estufa y al acto sencillo de volar, podía alcanzar la paz."



"¿Es posible amar tan desesperadamente que la vida resulte insoportable? No me refiero a un amor no correspondido, sino a estar metido de lleno en el amor. En medio del amor y desesperado. Porque sabes que se acabará, porque todo se acaba. Fin."



"Las imágenes chocan, entran en conflicto en sus mentes atravesadas por el terror. Su propia vida, el alivio que no han asimilado todavía o ni siquiera se pueden creer, el horror del perro alimentándose. Crean un vórtice, una contracorriente, como las dos banderas del aeropuerto que se miran entre sí dedicándose vientos contrarios. Empiezan a temblar. Mucho.

- Va en serio. No os voy a disparar. Teníais razón, ya os habría matado. Sin duda.

Me miran con los brazos caídos. Matarlos por una Coca-Cola. No por algo esencial, por un lujo. Igual que antes se mataba por diamantes, por petroleo. Pues no. Hoy no."



"Al andar lo impulsas hacia delante. Cuando sueltas el trineo y te sientas en un tronco caído y... Te lo imaginas a tu lado, hecho un ovillo en la mancha de sol o tumbado encima de tus pies. No te encuentras muy bien. Entonces el Dolor se sienta junto a ti, te rodea los hombros con su brazo. Es tu mejor amigo. Constante. Y por la noche no puedes soportar oír tu respiración sin el contrapunto de otro aliento, y bajo la gran quietud se oye, como una banda sonora, el estruendo de la catarata de todas las cosas que te van arrebatando. Entonces el Dolor se tiende a tu lado, pegado a ti. Ni siquiera te molesta con el ruido de su respiración.

Filosofía barata, ¿eh, Jasper? Me pongo en plan poético cuando lo único que pasa es que te echo de menos. Te echo de menos que te cagas."



"Me temblaban un poco las manos. Solo un poco. Que te diviertas. Eso lo cambió todo. No tienes nada que perder, Hig. Eso fue lo que me dije, así que diviértete. El corazón se me salía del pecho, pero era por ese sentimiento ansioso, casi de felicidad, que recordaba de cuando jugaba al fútbol en el instituto. Yo era portero: la última defensa, el último recurso, el depositario final de la confianza del equipo. Y así era como me sentía de nuevo. Si fallas, más vale que te trague la tierra. Pero en cuanto empezaba la cosa actuabas casi sin pensar y la alegría se imponía al miedo. Empezaba a sentir algo muy parecido a aquello. No tener nada que perder te acerca al samurái. Ya estás muerto. Eso es lo que me dije."



"¿Podía decirle que asesinamos a un niño en mitad de la noche y que lo convertimos en comida para perro? ¿Que a plena luz del día asesinamos a una niña que me perseguía con un cuchillo de cocina y que quizá solo quería pedirme ayuda? ¿O que tal vez mis mejores recuerdos eran los momentos en que pescaba truchas en un arroyo de montaña sin más compañía que Jasper echado en la orilla? ¿Que casi todo eso es un sueño o podría serlo? ¿Que ya no soy capaz de distinguir entre los sueños y los recuerdos? ¿Que despierto de un sueño para entrar en otro, sin saber por qué sigo viviendo? ¿Que tengo la sospecha de que lo único que me mantiene vivo es la curiosidad? ¿Y que ya no estoy seguro de que sea suficiente?"



"Esto es lo que dejasteis atrás, pensé. La confirmación de la decisión que tomasteis al marcharos aquella noche. Confirmación y horror. A veces tener razón no sienta tan bien como uno esperaba: cuántas veces en los últimos años había pasado por el amargo trago de ver que tenía razón en algo que... en fin, que no quieres ni mirar."


miércoles, 14 de enero de 2015


SUBRAYADO A LÁPIZ: las correcciones - jonathan franzen

Previamente a convertirse de forma definitiva en una estrella literaria mundial con la publicación de Libertad, Jonathan Franzen ya se había asomado al éxito con Las Correcciones, la cual ya entroncaba perfectamente con el que sería su último libro de 2010. Los elementos que unen a las familias protagonistas en ambos libros son notables: tanto los Berglund como los Lambert son del Medio Oeste norteamericano; si bien en Las correcciones se expone con más fuerza aún lo qué significa ser un ciudadano de esta zona de los EEUU. Articulada en torno a las vidas de los 5 miembros de la familia Lambert, tenemos por un lado a los padres, Albert y Enid, que pasan su jubilación en St. Jude mientras el parkinson y la demencia senil comienza a brotar en él, y la obsesión e ilusión de que sus 3 hijos se reúnan con ellos durante la semana de Navidad lleva hasta el histerismo a ella. Y están sus tres hijos: Gary, el mayor de los Lambert, que desde su aparente vida y familia perfecta es incapaz de lograr ser feliz, y mientras tanto no sabe sobrellevar la creciente vejez de sus padres; Chip, de 39 años, que tras ser despedido de la universidad donde trabaja por acostarse con una alumna se adentra en turbios negocios del este de Europa; y Denise, la pequeña de la familia, que acabará convertida a base de trabajo en una cocinera de éxito, pero que irá viendo como poco a poco todo se derrumba a su alrededor, empezando por la que creía su propia identidad. Con unos personajes magníficamente construidos, una trama no lineal muy atractiva y elegante, y la ironía marca de la casa sacudiendo por igual a empresas farmacéuticas, mercado libre y convencionalismos propios de la sociedad americana, Las Correcciones se convierte en arrebatadora precisamente en el momento en el que sus protagonistas nos resultan altamente insoportables. Y es que sí, lo son, pero lo son pareciéndose tanto a cada uno de nosotros, que uno no puede si no auto examinarse y mirarse en el espejo en el que muchas veces se convierte la complejidad de lazos existente dentro de la familia Lambert. Estamos destinados a equivocarnos, y seguramente el camino hacia la enmienda más absoluta es totalmente irrealizable, pero con todo y eso, nunca dejaremos de tratar de corregirnos a nosotros, y por supuesto a los que nos rodean.

"- Estoy diciendo que hay un fallo estructural en la cultura entera -dijo Chip-. Estoy diciendo que la burocracia se ha arrogado el derecho de adjudicar el calificativo de patológicos a ciertos estados mentales. La falta de ganas de gastar dinero se convierte en síntoma de una enfermedad que requiere una medicación carísima. Medicación que, luego, destruye la libido o, en otras palabras, elimina el apetito del único placer gratuito que hay en este mundo, lo que significa que el afectado tiene que intervenir aún más dinero en placeres compensatorios. La definición de salud mental es estar capacitado para tomar parte en la economía del consumo. Cuando inviertes en terapia, inviertes en el hecho de comprar. Y lo que estoy diciendo es que yo, personalmente, en este mismísimo momento, estoy perdiendo la batalla contra una modernidad comercializada, medicalizada y totalitaria."


"Ella abrió las cortina traseras de la habitación, dejando expuesto un paisaje de cercas Cyclone, arces tiesos como palos y la parte posterior de una planta de reciclado. Ocho o diez copos de nieve caían languidamente. A oriente se veía un trozo de cielo desnudo, una zona desgastada de la manta de nubes a cuyo través se abría camino la luz del sol. Chip se vistió rápidamente, sin que Melissa dejara de darle la espalda. Si no se hubiera hallado en tal condición de insólito bochorno, se habría acercado a la ventana y le habría puesto las manos en los hombros y ella se habría dado la vuelta y le habría perdonado. Pero se notaba un ánimo depredador en las manos. Se la imaginó apartándose de él, y el caso era que no estaba totalmente convencido de que alguna siniestra porción de sí mismo no sintiera deseos de violarla, de darle un escarmiento por gustarse de un modo en que él no podía gustarse. Cuánto odiaba y cuánto amaba su voz cantarina, sus brinquitos al andar, la serenidad de su amor propio. Ella era ella misma, y él no era él mismo. Y se daba cuenta de que estaba perdido, de que la chica no le gustaba, pero que la iba a echar desastrosamente de menos."


"(...) A Gary le habría parecido muy bien que se prohibiese en adelante cualquier intento de emigración a la periferia y que se fomentara entre los habitantes del Medio Oeste el regreso al consumo de empanadillas y al uso de prendas sin gracia y a la práctica de los juegos de mesa, para hacer así posible la preservación de una reserva nacional de gente fuera de onda, sin gusto, para que los privilegiados como él pudieran sostenerse a perpetuidad en su sensación de seres extremadamente civilizados. Pero ya está bien, se dijo. El deseo demasiado arrasador de ser especial, de erigirse en monarca absoluto de la superioridad, venía a constituir, también, una Señal de Aviso de la depresión clínica."


"Desgraciadamente, apenas se había marchado Emile cuando Denise cambió de idea. Becky y ella disfrutaron de una encantadora y muy instructiva luna de miel y empezaron las peleas. Y más peleas. Su vida de pelea, como la vida sexual que la precedió, era cuestión de ritos. Discutían sobre por qué discutían tanto y sobre quién tenía la culpa. Discutían en la cama a altas horas de la madrugada, bebían de insospechadas reservas de algo similar a la libido, y a la mañana siguiente se levantaban con resaca de pelea. Les ardían las pequeñas seseras de tanto placer. Pelear, pelear, pelear. Peleas en el hueco de la escalera, peleas en público, peleas en el coche. Y aunque se desahogaran con cierta regularidad -gozando con arrebatos de caras rojas y tremendos gritos, dando portazos, pegando patadas a la pared, cayendo en paroxismos de caras húmedas-, la lujuria del combate nunca se les pasaba por completo. Las mantenía juntas, las hacía superar el mutuo aborrecimiento. Así como la voz o el pelo o la cadera curva de alguien a quien amamos nos impulsan a dejarlo todo y ponernos al fornicio, así poseía Becky todo un registro de provocaciones que situaban el ritmo cardíaco de Denise a niveles estratosféricos."


"A Chip le sorprendió la similitud que percibía, en términos generales, entre el mercado negro de Lituania y el mercado libre de los Estados Unidos. En ambos países, la riqueza se concentraba en manos de unos pocos; se había desvanecido toda distinción significativa entre el sector público y el privado; los capitanes de industria vivían en un estado de permanente ansiedad que los empujaba a la despiadada expansión de sus imperios; los ciudadanos de a pie vivían en la permanente inquietud de perder sus trabajos y en la permanente confusión en cuanto a qué poderosos intereses privados eran dueños, en un momento dado, de qué antiguas instituciones públicas; y el principal carburante de la economía era la insaciable demanda de lujo por parte de las élites. (…) La principal diferencia entre Lituania y los Estados Unidos, en lo que a Chip le alcanzaba, era que en Norteamérica los pocos ricos sojuzgaban a los muchos no ricos por medio de diversiones y cachivaches y productos farmacéuticos capaces de embotar la mente y matar el alma, mientras que en Lituania los pocos ricos sojuzgaban a los muchos pobres mediante amenazas de violencia."


"La extraña verdad, en lo que a Alfred respectaba, era que el amor, para él, no consistía en acercarse, sino en mantenerse alejado."