viernes, 29 de enero de 2016


SUBRAYADO A LÁPIZ: pureza - jonathan franzen

Si la literatura es el instrumento ideal para que el ser humano ilumine los recovecos más oscuros de su mundo interior y perciba con mayor nitidez la realidad que lo circunda, Jonathan Franzen es uno de los novelistas contemporáneos que más se ha atrevido a explorar las fronteras que condicionan nuestra existencia. Tras las sobresalientes Las Correcciones y Libertad, ahora llega Pureza, novela que aborda el asunto de la verdad y la pureza como conceptos que pueden extenderse hasta el fanatismo o la inmolación. A partir de las vidas entrecruzadas de un puñado de personajes retratados con un grado de realismo que hipnotiza al lector, el relato gira en torno a Purity «Pip» Tyler, una joven comprometida que, tras su paso por la universidad, trata de encarrilar su vida acorde a sus principios vitales y éticos. Atrapada en una relación malsana con su madre, que nunca ha querido revelarle el nombre de su padre ni por qué se cambió el apellido antes de que ella naciese, Pip sobrevive con trabajos intrascendentes hasta que el encuentro fortuito con una mujer involucrada en el activismo antibelicista la llevará hasta unas prácticas en el Sunlight Project, una organización en la onda del trabajo de Snowden o Assange, que radicada en Bolivia se dedica desde allí a revelar secretos de corporaciones y gobiernos. El fundador de ésta es Andreas Wolf, un carismático agitador de la ex RDA reciclado durante el caótico período posterior a la caída del Muro de Berlín. El sospechoso interés de Andreas por Pip trastocará sus ideas convencionales sobre el bien y el mal, empujándola hacia un destino que no figuraba ni remotamente en su imaginación. El talento excepcional de Jonathan Franzen pone de manifiesto una vez más su facilidad para crear una trepidante historia cargada de humor, por momentos sombría, inquietante, osada, incisiva, pero siempre cautivadora y de amplitud universal.


"Por lo visto, no se te ha ocurrido pensar que a lo mejor ya he tenido otros pacientes muy listos. La diferencia entre ellos y yo es que yo soy psicólogo y ellos no. Para poder ayudarte, no necesito ser más listo que tú. Sólo necesito serlo en un aspecto concreto."




"Sentada a la mesa, mientras proseguía con su perorata avivada por el manhattan, y la hacía extensiva al dominio del sexo masculino en Silicon Valley y a su manera de explotar no sólo a las colaboradoras externas, sino a las mujeres en general, seduciéndolas con sus nuevas tecnologías para el cotilleo, creando en ellas una ilusión de poder y progreso al tiempo que mantenían el control de los medios de producción -falsa liberación, falso feminismo, falso Andreas Wolf-, Pip dejó de comer y se quedó mirando fijamente el plato con tristeza."




"Con la única intención de evitar la versión de dos horas de esa conversación -en la que la Parte A intentaba demostrar que la Parte B había sido la primera en pronunciar una afirmación fatal que había obligado a alargar la conversación, y la Parte B ponía en duda la versión de los hechos ofrecida por la Parte A, lo cual, a su vez, al no haber una transcripción fidedigna de lo dicho, obligaba a la Parte A a reconstruir de memoria el inicio de la conversación y a la Parte B a ofrecer una reconstrucción que difería de la ofrecida por la Parte A en algunos aspectos cruciales, que a continuación requerían un esfuerzo conjunto y prolongado en el tiempo para cotejar y reconciliar las dos versiones-, accedí a subir a Nueva Jersey a salir a caminar."




"Siempre discutíamos sobre nada. Como si al multiplicar un contenido cero por un parloteo infinito pudiéramos lograr que dejar de ser cero. Para volver a practicar sexo nos habíamos tenido que separar, y para practicarlo de una manera alocada y compulsiva habíamos tenido que divorciarnos. Era una manera de rebelarnos contra la nada gigantesca que las discusiones habían aportado a nuestra salvación. Era la única discusión que cualquiera de los dos podía perder con honor. Pero luego se terminaba y nos quedábamos otra vez sin nada."




"En el ámbito de lo moral, estaba siempre tan segura de sí misma que yo tenía la sensación permanente de que íbamos a llegar a algo; sólo después era capaz de ver que habíamos trazado un círculo grande y vacío. Pese a toda su inteligencia y sensibilidad, no sólo decía cosas sin sentido, sino que era incapaz de reconocerlo, y resultaba terrible ver eso en una persona a la que me había entregado en cuerpo y alma y a quién había prometido cuidar toda la vida. En consecuencia, tenía que seguir trabajando con ella para ayudarla a entender por qué no podía seguir trabajando con ella."




"Esas señales significaban más para ella que para mí. Para ella, nos brindaban una posibilidad de ser algo más que química, de ser algo en las estrellas, mientras que para mí servían sobre todo para confirmar la química de lo que sentía por ella. Cuando se empezó a acalorar por el vino y se quitó la cazadora vaquera, no vi mi destino escrito en una coincidencia del calendario, sino en la delgadez de sus antebrazos, en la respuesta de mi corazón al verlos. Bajo los efectos del vino y de las señales místicas, esa noche se empeñó en mejorarme. Para estar con ella, tenía que aspirar a cosas mejores."




"Que nadie me hable de odio si no ha estado casado. Sólo el amor, sólo la empatía prolongada, la identificación, la compasión, pueden arraigar a otra persona en tu corazón de una manera tan profunda que resulta imposible evitar odiarla, al menos en algún momento; sobre todo cuando lo que más odias de ella es su debilidad ante el daño que puedes causarle. El amor persiste y, con él, también el odio. Ni siquiera representa un alivio odiarse a uno mismo. Creo que nunca la había odiado tanto como la odié por exponerse a la vergüenza de que yo me negara a hablar con la voz de Leonard."




"Tal vez yo había abandonado el matrimonio antes que ella, pero estaba decidida a superarme y abandonarlo de una manera verdaderamente radical. La odié por el odio implícito en esa decisión, pero como aún me sentía culpable por haberla abandonado, alivió en parte mi culpa, tan sólo un poquito, imaginar que al fin triunfaba en algo, aunque sólo fuera en desaparecer. Yo había huido del matrimonio, pero la victoria moral le correspondía a ella.(...) Tal vez fuera más débil que yo, pero se las arregló para superarme. Ella avanzó mientras yo me quedaba atascado. Tengo que reconocerlo: me siento como si me hubiera hecho un jaque mate."




"Podías cooperar con el sistema u oponerte a él, pero lo único que no podías hacer en ningún caso, tanto si disfrutabas de una vida agradable y protegida como si estabas en la cárcel, era no relacionarte con él. La respuesta a cualquier pregunta, importante o banal, era el socialismo. Si sustituías la palabra socialismo por redes, tenías internet. (...) A Andreas -que según su propia admisión, no había aprendido a desear nada material- le parecía que internet estaba más bien dominado por el miedo: miedo a no ser popular, ni suficientemente cool, miedo a perderse algo, miedo a ser criticado u olvidado."