viernes, 22 de julio de 2016


SUBRAYADO A LÁPIZ: nw london - zadie smith

Finalista del Premio Orange y del National Book Critics Circle Award, esta última novela de Zadie Smith viene a confirmar su sólida posición entre los autores más destacados del panorama narrativo en lengua inglesa. Dueña de una personal combinación de sentido del humor, inteligencia y empatía, Zadie expresa la diversidad de voces, rostros y emociones de los habitantes del noroeste de Londres, barrio donde se crió y uno de los enclaves urbanos con mayor índice de multiculturalidad no sólo de Inglaterra, sino del mundo. Los protagonistas de la historia, Leah, Natalie, Felix y Nathan, crecieron entre edificios de protección oficial y, ahora en la treintena, la ambición y el azar los han llevado a alcanzar posiciones sociales muy distintas. Los encuentros y desencuentros entre ellos ponen de manifiesto sus diferencias raciales, la validez del ascenso social, su actitud ante cuestiones de fondo como la maternidad, la amistad, la lealtad. Al tiempo que va desvelando los secretos de sus personajes, Zadie Smith ofrece al lector un recorrido por una zona de Londres tan cautivadora como violenta, donde las animosas avenidas enmarcan lóbregas callejas y errar el camino puede conducir a un callejón sin salida.



"La mujer no sabe adónde se acercan. No sabía que hubieran partido ni en qué dirección sopla el viento. No quiere llegar. La verdad es que ella había creído que estarían desnudos bajo las sábanas para siempre y que nada se les vendría encima jamás, nada salvo la satisfacción. ¿Por qué debe avanzar el amor? ¿Avanzar hacia dónde? Nadie puede decir que no estuviera avisada. No puede decirlo nadie. Una mujer de treinta y cinco años casada con un hombre al que ama está sin duda avisada, debería prestar atención, debería escuchar y no quedarse sorprendida cuando su marido le dice:... muchos días en que la mujer sea fértil. Creo que solamente tres. O sea, que no tiene sentido decir, bueno, pasará cuando tenga que pasar. Ya no somos tan jóvenes. Deberíamos ser un poco más marciales con el tema, o sea, planearlo y eso.
Y, hablando objetivamente, tiene razón."




"Vienen por aquí, Felix... Intenté contárselo a tu padre, pero a él le da igual, ya lo conoces, casi siempre tiene la cabeza llena de mujeres... La policía viene por aquí preguntando por nuestros chicos (no los nuestros de verdad, claro, ésos hace tiempo que se fueron, sino los chicos de la comunidad), en busca de información, ya sabes. ¡Para proteger de nuestros chicos las casas señoriales del parque! Es una vergüenza, de verdad. Pero a vosotros no os importan esas mierdas, ¿verdad que no, Felix? Vosotros solamente queréis divertiros. ¿Y por qué no? A los jóvenes hay que dejarlos en paz, digo yo. Es mi opinión. Mi mujer piensa que tengo demasiadas opiniones, pero que se le va a hacer. Los chicos de aquí no quieren enterarse de nada. Me parte el corazón. Solo quieren ver esos reality shows, leer la prensa amarilla, esa puñetera porquería. Calla la boca y cómprate un teléfono nuevo... así es la gente de por aquí hoy en día."




"No pareces muy convencido. Es cierto que yo no conocí a tu madre muy bien, está claro... sé que tu padre no habla demasiado bien de ella. No lo sé. Es complicado, ¿verdad?, todo el tema de las familias. Uno no tiene distancia y no puede ver con claridad. Te pondré una analogía. ¿Sabes esas pinturas que tu padre vende, esas hechas de puntos y que tienen una imagen escondida? Pues si te pones demasiado cerca no ves la imagen. Pero yo estoy en la otra punta de la sala, ¿entiendes? Tengo una perspectiva distinta. Cuando mi viejo estaba en la residencia geriátrica, y mira que era una auténtica pocilga, te diré una cosa: algunas enfermeras me contaron cosas suyas de las que yo no tenía ni idea. Ni idea. Y nadie lo conocía mejor que yo. En ciertos sentidos. No en todos. Pero bueno, ya me entiendes. En el fondo es cuestión de contexto."




"Inocente a los cinco años en aquella parada de autobús. Borracho a los catorce. Colocado a los veintiséis. Ciego a los veintinueve, hasta los ojos de farlopa y ketamina: No puedes dormir aquí, hijo. O te vas a otro lado o te llevamos a comisaría para que duermas la mona. Si pasas suficiente tiempo en el mismo sitio se te solapan los recuerdos."




"- Es lo que hace la gente hoy en día, ¿verdad? Cuando no se les ocurre nada mejor que hacer... No hay ideas, no hay posturas políticas y no hay huevos. Pues a casarse. Pero yo he trascendido todo eso. Hace mucho tiempo, hace milenios. Esa idea de toda tu felicidad reside en otra persona. ¡Esa idea de la felicidad! Yo estoy en un plano distinto, cielo. Tengo más pelotas de las que se sueñan en tu filosofía. Estaba comprometida a los diecinueve, estaba comprometida a los veintitrés, ahora mismo podría estar pudriéndome en alguna mansión de Hampshire, tapizando y retapizando sofás con algún barón, en perfecta armonía asexuada. A eso se dedica mi gente. Vosotros, en cambio, os dedicáis a tener montones de niños que no podéis ni cuidar. Estoy segura de que esto es maravilloso y tal, pero ¡a mi no me busquéis, hostia! Tienes la suerte de que la vida ten sonría, Felix. Tienes suerte de ser feliz, de encontrar la felicidad, de ser buena persona... Y quieres que todo el mundo sea feliz y bueno porque tú lo eres, y que las cosas les resulten fáciles a todos porque así son para ti. Pero ¿nunca se te ha ocurrido que puede haber gente a quien la vida no le resulta tan fácil de vivir como a ti?

- Cada vez que vengo aquí encuentro el mismo drama, el mismo drama. -Felix negó con la cabeza con la vista clavada en el suelo-. No lo entiendo. Si yo siempre te he tratado bien. ¿Por qué intentas destrozarme la vida?

- Qué gracioso -dijo-. Aunque, claro, así es como debes verlo tu."




"En otras ocasiones, la sorprendía encontrarse a sí misma al final de un callejón oscuro. Le daba pánico y rabia ver a sus hijos malcriados sentados en el suelo, ojeando imágenes de sí mismos en el pasado, imágenes en movimiento, en el teléfono de su padre, narcisismo literalmente inédito en toda la historia de la existencia humana (más allá de los sueños y los milagros) hasta hacía muy poco. Hasta prácticamente ahora."

viernes, 1 de julio de 2016


SUBRAYADO A LÁPIZ: francamente frank - richard ford

En Francamente, Frank Richard Ford regresa con cuatro historias narradas por el icónico Bascombe. En esta cuarta entrega de la serie nuestro protagonista cuenta con sesenta y ocho años y de nuevo está cómodamente instalado en la zona residencial de Haddam, Nueva Jersey. Bascombe ha salido, aparentemente, airoso de las secuelas de la devastación del huracán Sandy. Como en todos los libros protagonizados por él, el espíritu que guía a Ford es la vieja máxima cómica que promete que si las cosas no resultan graciosas, no son realmente serias. La desolación sembrada por el Sandy, que ha arrasado casas, zonas costeras e innumerables vidas, es probablemente el arranque más tremendo que se pueda imaginar para una narración. Y sin embargo se convierte en el perfecto telón de fondo y en la piedra de toque para Ford y Bascombe. Dotados de una precisa sensibilidad de comedia y de una inteligencia arrolladora, estos relatos abordan un completo catálogo de asuntos muy americanos: el envejecimiento, el racismo, la pérdida de la fe, el matrimonio, la redención y el desplome del mercado inmobiliario. A través de Bascombe –irónico, blasfemo, emotivo, sabio y a menudo políticamente incorrecto– nos sumergimos en las aspiraciones, pesares, anhelos, logros y fracasos de la vida americana en los albores del nuevo siglo. Richard Ford trae de vuelta a Frank Bascombe en toda su imperfecta gloria para decir (a menudo de un modo hilarante) lo que todos pensamos pero pocos se atreven a expresar en voz alta. ¿Estaremos solo ante un epílogo de la trilogía anterior, o quedará Bascombe para rato? 


"Tal como ha dicho el cabo Alyss, es fácil entender cómo puede venir una persona en plan de reconocimiento y simplemente no volver a aparecer, como si la calamidad hubiera dejado en  el mundo un agujero al borde del cual se tambalease todo lo civilizado y tendente a lo positivo -ánimo, esfuerzos, esperanzas, sueños... edificios, desde luego-, y corriese el peligro de caer vertiginosamente en él. En realidad, tengo la sensación de haber obrado con inteligencia por haberme marchado cuando valía la pena marcharse. Aunque el hecho de vender una casa en donde has sido feliz indica que no eres inteligente. En tales movidas se siente el moretón del fracaso."




"Como en la mayoría de las conversaciones entre mayores de edad, no se ha intercambiado nada de crucial importancia. Arnie simplemente necesitaba a alguien a quien enseñar su casa destrozada. Y no hay motivo para que ese alguien no sea yo. Nada insólito, como impulso humano."




"Al menos cuatro propietarios/inquilinos han venido de visita a casa en donde yo he vivido a lo largo de estos años. Siempre les he abierto la puerta de par en par, después de aclarada la cuestión de que no venían a venderme un seguro de entierro y de haber cogido la billetera de la mesa del vestíbulo. Como un buen guía, me mantenía al margen y y dejaba que deambulasen por las habitaciones, murmurando ante tal o cual renovación, donde en sus tiempos había una pared, o recordando el olor del cuarto de baño los domingos antes de ir a la iglesia. Y así, sucesivamente, hasta que todo les cuadraba en la memoria y podían marcharse tranquilos. Por lo general no les llevaba más de diez minutos: tiempo necesario para dar fe de sesenta años de existencia renqueante. En general los que aparecen ya han pasado la cincuentena. Los más jóvenes lo tienen todo registrado en el móvil. Y no es hacer mucho por otros seres humanos, ayudarlos a entender su historia con claridad. Es lo que todos ansiamos, si no me equivoco."




"No es, sin embargo, el más sencillo viaje emocional ir cuatro días antes de Navidad a visitar a mi ex mujer (¡llevamos divorciados treinta años!) a una residencia especializada cuando padece una enfermedad incurable y mortal y no me he llevado muy bien con ella, pero ahora vive a veinte minutos en coche de mi casa y de un modo u otro tiene problemas. Las relaciones nunca acaban, como dijo el poeta."




"Como historia norteamericana no es tan insólita. Porque no hay una forma adecuada de planificar la vida ni tampoco de vivirla: sólo un montón de formas inadecuadas."