martes, 30 de agosto de 2016


SUBRAYADO A LÁPIZ : éramos unos niños - patti smith

Fue el verano en que murió Coltrane. Los hippies alzaron sus brazos vacíos y China detonó la bomba de hidrógeno. Jimi Hendrix prendió fuego a su guitarra en Monterey. Fue el verano del amor. Y en aquel clima cambiante e inhóspito, un encuentro casual cambió el curso de mi vida: fue el verano en que conocí a Robert Mapplethorpe. Era el mes de julio de 1967 y eran unos niños, pero a partir de entonces Patti Smith y Robert Mapplethorpe sellaron una amistad que solo acabaría con la muerte del gran fotógrafo en 1989. De eso habla este espléndido libro de memorias, de la vida en común de estos artistas, los dos entusiastas y apasionados, que cruzaron a grandes pasos la periferia de Nueva York para llegar hasta el entro neurálgico del nuevo arte. Fue así que acabaron instalándose en el hotel Chelsea y se convirtieron en los protagonistas de un mundo hoy ya perdido donde reinaban Allen Ginsberg, Andy Warhol y sus chicos, y se creaban las grandes bandas de música que marcaron los años finales del siglo XX., mientras el sida hacía estragos. Lejos de ser un libro triste y nostálgico, Éramos unos niños es un homenaje a la amistad sin trabas, y sus páginas cargadas de vitalidad y humor nos devuelven el sabor de esa gran ciudad donde hubo un tiempo en que casi todo era posible."Eramos unos niños es una oda a Mapplethorpe, pero también es una carta de amor al arte de los años setenta en Nueva York.


"Nueva York era una urbe auténtica, furtiva y sexual. Grupos de exaltados marineros que buscaban acción en la calle Cuarenta y dos, repleta de cines X, mujeres descaradas, rutilantes tiendas de recuerdos y vendedores de perritos calientes, me daban  topetazos al pasar. Los rascacielos eran hermosos. No parecían meros edificios empresariales. Eran monumentos al espíritu arrogante pero filantrópico de EEUU. El carácter de cada manzana era vigorizante y se podía percibir el devenir de la historia. El Viejo Mundo y el emergente plasmados en el ladrillo y el mortero de artesanos y arquitectos.



"- Oh, sácales una foto -dijo la mujer a su desconcertado marido-. Creo que son artistas.

-Venga ya -respondió él, encogiéndose de hombros-. Solo son unos niños."



"También él tenía un camino que seguir, y no le quedaría más remedio que dejarme atrás. Aprendimos que queríamos demasiadas cosas. Solo podíamos dar desde los que éramos y lo que teníamos. Separados, pudimos ver incluso con más claridad que no queríamos estar sin el otro."



"Patti, nadie ve como nosotros, me dijo."



"- Hotel Chelsea -dije al conductor, hurgándome en los bolsillos para encontrar monedas, no del todo segura de poder pagarle."



"Conocimos a muchas personas enigmáticas en el Chelsea, pero, por algún motivo, cuando cierro los ojos para pensar en ellas, Harry es siempre el primero que veo. Tal vez porque fue la primera persona que conocimos allí. Pero, más probablemente, porque fue un período mágico y Harry creía en la magia!"



"Los años sesenta estaban tocando a su fin. Robert y yo celebramos nuestro cumpleaños. Robert cumplió veintitrés. Luego los cumplí yo. El número primo perfecto. Robert me hizo un corbatero con la imagen de la Virgen María. Yo le regalé una correa de cuero con siete calaveras de plata. Él se puso las calaveras. Yo me puse corbata. Nos sentíamos preparados para los años setenta. Es nuestra década, dijo él."



"Ambos seguíamos fieles a nuestra promesa. Ninguno iba a dejar al otro. No lo vi nunca a través del cristal de su sexualidad. Mi imagen de él permanecía intacta. Era el artista de mi vida."



"Si leía mis poemas alguna vez, aquel tenía que ser el lugar. Mi objetivo no era solo hacerlo bien o defenderme. Era dejar huella en Saint Mark. Lo hacía por la poesía. Lo hacía por Rimbaud y lo hacía por Gregory. Quería impregnar la palabra escrita de la inmediatez y el ataque frontal del rock and roll."



"De él aprendí que, a menudo, la contradicción es el camino más diáfano para llegar a la verdad."



"Me eché la chaqueta al hombro, como Frank Sinatra. Estaba llena de referencias. Él estaba lleno de luz y sombra.

- Ha vuelto -dijo. Hizo unas cuantas fotografías más.

- La tengo.

- ¿Cómo lo sabes?

- Lo sé.

Ese día sacó doce fotografías.
Unos días después me enseñó la hoja de contactos.
Esta es la que tiene magia, dijo.
Cuando ahora la miro, no me veo nunca a mi. Nos veo a los dos."



"Sonríe por mí, Patti, porque yo sonrío por ti"