domingo, 28 de octubre de 2012


SUBRAYADO A LÁPIZ: una semana en el motor de un autobús: la historia del disco que casi acaba con los planetas - nando cruz

Los Planetas eran un completo desastre en 1997. El grupo estaba hecho trizas, pero se había impuesto la misión de acabar su tercer disco como fuese. Incluso sin Florent, guitarra y compositor, que pasaría unos meses en Madrid recuperándose de sus adicciones. Ni el mánager ni el sello discográfico veían claro que el grupo pudiera tenerse en pie, pero, en su delirio, Los Planetas ya habían decidido que grabarían su tercer disco en Nueva York. Lenta y dolorosamente nacerán “La Copa de Europa”, “Toxicosmos”, “Línea 1”, “Segundo premio”... Canciones en las que laten los problemas internos del grupo y, también, los dilemas morales de cualquier artista que defiende a muerte su obra mientras ansía conquistar al gran público. Una semana en el motor de un autobús fue la consagración de Los Planetas. Pero, ¿cuántos obstáculos tuvieron que superar para grabarlo?¿Qué obtuvieron a cambio? y, más importante, ¿a cuánto tuvieron que renunciar? Las tensiones y dudas del grupo son la materia prima sobre la que se construirá el disco más épico y amargo de la escena alternativa española de los años 90. Y todo está minuciosamente detallado en este libro, testamento y reflexión sobre el primer disco de madurez de aquella acomodada generación indie.

"El viaje que se pegaron no fue especialmente placentero, pero Kieran, recién aterrizado, empezó a entender dónde se había metido. Entre las luces navideñas, el aerosol, el aspecto delatador de Florent y la botella de Anís del Mono que trajo Eric para celebrar el nacimiento del niño Jesús en el portal de Belén, aquello parecía una cueva de toxicómanos. Su castellano era tan precario que no lograba dar con la palabra: toxicals, toxicomen, toxic hombres, toxicosmos... ¡Toxicosmos! ¡Qué gran palabro! Jesús, muerto de la risa, corrió a escribirla en un papel. Por si acaso."

"El escaso material presentado en aquella primera maqueta no era, en realidad, el único obstáculo. Lo realmente grave, lo que hacía dudar a David y a Paco, era que Los Planetas estuviesen en condiciones de ir a Nueva York a grabar. El grupo estaba aún en fase de reconstrucción. Y, por lo visto en su concierto de Barcelona, el proceso no podía darse por concluido. Y luego estaba el problema de Florent. Como decía Eric, lo mirabas a los ojos y veías la luz de la casa que estaba encendida, pero que dentro no había nadie."

"Un pareado dice: Pensé que sería lo mejor, toda esta mierda se acabó. Otro refuerza la idea de empezar una nueva vida: Y a ordenar por fin la casa, y lavar estas dos mantas. Pero al poco cambia de opinión: Subí a pillar un poco más, después de todo esto no está mal. Para dejar más clara su intención, J la tituló Línea 1. El autobús de la línea 1 de Granada sube hasta el polígono. Lo coges en Gran Vía, sigues por la avenida de la Constitución, enfilas por la de Pulianas y Sánchez Cotán, giras a la izquierda por la calle de la Casería del Cerro y allí, si acaso, ya preguntas."

"Hay canciones que purifican la situación más desagradable, que pueden trasladar un hecho concreto a un estadio superior, más allá del bien y del mal, a una dimensión paralela donde la moral no tiene valor, pues ha sido abolida. J había sublimado en una canción el eterno periplo de Florent. También el del propio J. claro. Pero, esta vez, Línea 1 era un regalo para Florent."

"Como la noche de Fin de Año fue menos agitada de lo habitual, a la mañana siguiente Eric se dio un paseo por las calles desiertas de Nueva York. Se sintió como en aquella escena de Abre Los Ojos. Luego se acercó a Central Park, donde los neoyorquinos patinaban sobre hielo con la mano sobre el pecho y mirando con orgullo las banderas estadounidenses. Eric cerró los ojos del asco."

"Una de las últimas noches en Nueva York, J y Florent se quedaron charlando en el bar del Hotel New Yorker. J le decía que tenían entre manos un disco más radical, más puro y ambicioso que Pop o Super 8. J se veía con argumentos para llegar a Madrid y exigir un compromiso mayor a RCA. Los Planetas siempre habían sido un grupo de segunda para la compañía. Los tocapelotas de Granada, el grupo de prestigio que sólo vendía 14000 discos. Pero con estas canciones podían cambiar las cosas. Y Florent le decía que sí a todo mientras lo miraba con cara de ya está el J flipando otra vez.

"Kieran ha hecho todo lo posible para olvidar que un día fue parte de aquel grupo. (...) No sabe dónde está su copia de Una Semana en el Moto de un Autobús, aunque regaló una a sus padres y supone que seguirá allí. Sólo echa de menos a Banin y su mayor deseo sería echarse una novia española que no sepa quienes son Los Planetas."

"Los Planetas siguen deshojando eternamente la margarita: lo quiero, no lo quiero, me arrimo, no me arrimo, rompo o no rompo, me meto, no me meto... Una frase de esa última canción mantiene tantos años después, una inquietante vigencia: Cuánto tiempo he perdido ahí fuera, cuánto por descubrir en mi cabeza. Tiene el resplandor de un lema vital y el empaque de un epitafio."


LENGUA DE TRAPO