martes, 14 de enero de 2014


SUBRAYADO A LÁPIZ: historias del savoy - josé luis alvite

"Estas son algunas de las fantasías de ALVITE escritas para la radio y (...) la prensa, todas ellas llenas (...) de piceladas de un humor tan negro como las noches en las que casi siempre se desarrollan. Tienen ante ustedes el delirio genial de muchas noches de barra y piano. saboréenlo como sólo se paladean las gotas de elixir". Carlos Herrera


"¿Y Bill Shorofski? Su vida familiar superó muchos avatares y alcanzó a celebrar las bodas de plata. Pero su matrimonio estaba tan deteriorado y las peleas eran tan constantes, que los muchachos del Savoy le regalamos una vajilla rota."



"Muchacho, la literatura es en apariencia algo tan sencillo como poner las palabras en cierto orden. Lo malo es que pruebas y nunca aciertas. Y entonces, maldita sea, comprendes que en acertar consiste también la lotería."



"Cada vez que hablo de música me viene a la memoria el cadáver de Charlie Parker tendido boca arriba en el piso de una aristocrata borracha. El cadáver de Charlie, el forense lo diagnosticó quince años mayor. Charlie ponía la música en aquel orden a su manera porque tocaba jazz, y el jazz es una rama de la psiquiatría. Pero nunca supo poner en orden su propia vida, así se le escaparon por entre los dedos, a manos llenas, la salud y el tiempo. Pero Charlie era así, uno de esos tipos convencidos de que un hogar sólo es una buena excusa para volver tarde a casa."



"Se supone que la gente se casa por amor pero en realidad la consecuencia del matrimonio a menudo es el exterminio del amor y de la pasión, que es su nido, su ostentación, su braceo. Él y ella se aman, se buscan, se muerden, van al cine, cruzan la calle a saltitos con esa estupidez que se tolera porque el amor consiste en cierta estupidez que no está mal vista. Pero tan pronto se casan, dejan de ir al cine y sucumben al vídeo, que es la estafa de los sueños. El matrimonio reduce el tamaño de las cosas y lo envejece todo."



"Hay mucha gente así. Terry Shelton me dijo en una ocasión que no leía libros por temor a que le salieran gafas. La disculpa era una estupidez y le advertí de que con esa manera de pensar, evitaría comer para no estropear el estomago. "No es lo mismo, cielo, porque si te pusiesen gafas en el estómago, nadie las vería". Y zanjó la cuestión."