miércoles, 2 de diciembre de 2015


SUBRAYADO A LÁPIZ: rat girl - kristin hersh

En 1985, Kristin Hersh contaba con diecinueve años de edad y un futuro prometedor: su grupo de música, los seminales dentro del indie rock norteamericano, Throwing Muses, empezaban a despegar con fuerza entre la crítica musical del país. Sin embargo, esta hija de una familia hippie poco convencional no podía prever lo que estaba por venir: el mismo año se le diagnostica síndrome bipolar y se queda embarazada. A partir de ese momento mezclar antidepresivos con vitaminas para el embarazo se convierte en algo cotidiano con lo que lidiar para mantener una banda que tuvo el importante encargo de firmar su debut para el prestigioso sello británico 4AD . Con una prosa delicada, cuidada e intimista, Hersh realiza un inventario de su singular historia personal, llevándonos del delirio surrealista a la auto superación.



"Por desgracia estos tíos sólo tocan música que han escuchado en otra parte, lo que resulta agradable pero fácil. Los músicos se vuelven petulantes cuando no se machacan cada día a trabajar. Como no tienen que concentrarse en lo que están tocando, se preocupan por cosas como la pinta que llevan mientras tocan: ponen caras, dan saltos de un sitio a otro. Supongo que intentan ligar. No sé si les da resultado. Debería preguntárselo."




"En realidad no me importa demasiado haber sido atropellada. Fue interesante, y probablemente mi única oportunidad de salir volando sin tener que planteármelo. Creo que si ahora me atropellara un coche me molestaria, pero antes de aprender a lloriquear acerca de lo frágil que es la existencia, aún estamos expuestos a ser lanzados por ahí, aunque nos estalle en la cara al caer. ¿Y qué si ese repentino contacto con el asfalto te deja sin dientes, o incluso sin un pie? Al menos ya sabes lo que se siente."



"A una verdadera canción no le importa quién la escuche, ni siquiera se preocupa por quién la toque. Existe sola en sí misma. Es tan espiritual que es física, tan esencial que no dice: mírame, sino míranos. Escucharla es como mirar la naturaleza: asqueroso y sublime. Así que respeto a la música: tiene autoridad. Dioses y demonios. Pero nunca haría música por hacer. Dave dice que es una ley implícita en ella: debes tener la necesidad de hacerlo, o podrías estar mintiendo."




"Nadar por la noche es maníaco, querer aprenderlo todo y vivir en todas partes es maníaco, igual que tener siempre calor (los pobres del grupo deben haber pasado mucho frío), oír canciones, ser infatigable (la incapacidad de tumbarme en el suelo o estar sentada en una silla), la indiferencia hacia el futuro, lo de ver cosas que no existen en la realidad, el insomnio, correr cuando hay tormenta, la necesidad  de volver borroso el mundo para enfocar, todo lo de la Perrera, odiar los interiores, pasarse la noche quejándose de lo mala que es la radio (los pobres del grupo deben haberse hartado tanto), pensar que he sido llamada, que tengo una misión... todos ésos son los síntomas de un trastorno maníaco depresivo prolongado. Qué vergüenza. ¿Qué es lo que queda? ¿Qué soy yo? ¿Soy algo?"




"- Si te quedas realmente quieta y prestas atención a cada una de las partes de tu cuerpo, te das cuenta de que siempre te duele algo.

Joder.

- ¿Qué quieres decir?

- Bueno, -respode- que siempre hay partes de ti que te hacen daño."




"- Creo que en la vida hace falta algo que sea al mismo tiempo hermoso y necesario. Una persona, una misión o un lugar. Hermoso no significa bonito, y no es preciso que se trate de algo que todo el mundo entienda, pero... creo que el pasaporte hacia el cielo es cuidar de algo, y no morirse."





"Los bebés son muy punk rock: calvos y babeantes, chillan y hacen muecas mientras aprenden a manejar su nueva nave espacial hecha de carne, músculo y hueso. Estas pequeñas personitas todavía no son televisión y laca. Parecen tener la agilidad innata de los animales, algo que sus madres han perdido. Es posible que sea porque estar vivo es la única razón de un niño para estar aquí, ya que nadie les pide que demuestren su valía de ningún otro modo. Están aquí, ése es su propósito, y lo celebran sintiendo cosas, sin que parezca importarles lo más mínimo ni la lógica ni la gravedad."




"Fueran lo que fueran, para ellos significaba competición. Desde su punto de vista el mundo entero es competición; consíguelo ya, sea lo que sea, antes de que lo consiga otro. Maridos y mujeres compiten entre sí. Las parejas compiten con otras parejas. Es desconcertante. ¡Y yo que creía que éramos una especie social! Supongo que sólo son el lado oscuro de la sociabilidad. (...) De sobra sé que es mi culpa y mi problema. Intento no criticar a los yuppies, no vaya a ser que me critiquen a mí. Quiero que me caigan bien, pero me lo ponen muy difícil. Siempre se hablan con impaciencia, y se quejan de... de todo: de trabajar, de no trabajar, de hacer ejercicio, de no hacer ejercicio, de los pies hinchados, de las barrigas hinchadas (¿y qué esperabais?), del calor que hace dentro, del frío que hace fuera, de todo lo que han comprado, de todo lo que aún les falta por comprar, de sus amigos y de sus seres queridos. No puedo con ellos. Tienen tanto y se quejan tanto..."




"- Creo que tú deberías preguntarte si estás en paz. En realidad, todos deberíamos hacerlo. Si la respuesta es no, algo habrás de hacer para cambiar la situación"