sábado, 21 de junio de 2014


SUBRAYADO A LÁPIZ - el almuerzo desnudo - william s.burroughs

El Almuerzo Desnudo, una de las novelas más míticas de la literatura norteamericana, es un descenso a los infiernos de la droga y una denuncia horrorizada y sardónica, onírica y alucinatoria de la sociedad actual, un mundo sin esperanza ni futuro. Burroughs dispara sus flechas contra las religiones, el ejército, la universidad, la sexualidad, la justicia corrupta, los traficantes tramposos, el colonialismo, la burocracia y la psiquiatría representada por el siniestro Dr. Benway, el gran manipulador de conciencias, el experto en Control Total.


"La droga es el producto ideal... la mercancía definitiva. No hace falta literatura para vender. El cliente se arrastrará por una alcantarilla para suplicar que le vendan... El comerciante de droga no vente su producto al consumidor, vende el consumidor al producto. No mejora ni simplifica su mercancía. Degrada y simplifica al cliente. Paga a sus empleados en droga. La droga produce una fórmula básica de virus maligno: El álgebra de la necesidad (...) A partir de cierta frecuencia, la necesidad no conoce límite ni control alguno. Con palabras de necesidad total: ¿Estas dispuesto? Sí lo estas. Estás dispuesto a mentir, a engañar y denunciar a tus amigos, robar, hacer lo que sea para satisfacer esa necesidad total. Porque estarás en un estado de enfermedad total, de posesión total, imposibilitado para hacer cualquier otra cosa. Los drogadictos son enfermos que no pueden actuar más que como actúan."




"Una vez hice la ronda con él, por divertirme. ¿Sabes cómo son los viejos cuando comen, que pierden completamente la vergüenza y sólo verlos te hace vomitar? Los yonquis viejos son iguales con la droga. Babean y chillan al verla. Mientras la cuecen les cuelga la saliva por el mentón, les gruñe el estomago y se les retuercen todas las tripas en movimientos peristálticos y se les disuelve la poca piel decente que les queda, esperas que en cualquier momento les salga una gran burbuja de protoplasma que rodee la droga. Algo realmente repugnante de ver."



"Gamberros rockeros adolescentes toman por asalto las calles de todas las naciones. Irrumpen en el Louvre y arrojan ácido al rostro de la Gioconda. Abren puertas de zoos, manicomios, cárceles, revientan las conducciones de agua con martillos neumáticos, rompen a hachazos el suelo en los lavabos de los aviones comerciales, apagan faros a tiros, liman los cables del ascensor hasta dejar un solo hilo, conectan las alcantarillas a los depósitos de agua, arrojan tiburones y rayas, angulas eléctricas y candirús a las piscinas (...), meten el Queen Mary a toda maquina en el puerto de Nueva York vestidos de marineros, hacen carreras con aviones y autobuses de pasajeros, irrumpen vestidos de bata blanca en hospitales y clínicas llevando serruchos y hachas y bisturíes de un metro de largo; sacan a los paralíticos de sus pulmones de acero (imitan su ahogos revolcándose por el suelo con ojos desorbitados), ponen inyecciones con bombas de bicicleta, desconectan los riñones artificiales, cortan a una mujer por la mita con una sierra quirúrgica de dos manos, meten piaras de cerdos gritones en la Bolsa, cagan en el suelo de las Naciones Unidas y se limpian el culo con tratados, pactos, alianzas."




"El punto crítico de la carencia no es la fase inicial de malestar agudo, sino el paso final para quedar fuera del medio de la droga... Hay un intervalo terrorífico de pánico celular, la vida suspendida entre dos maneras de ser... En ese punto, el anhelo de droga se concentra en un último, absoluto deseo, y parece cobrar un poder nunca soñado: las circunstancias ponen la droga en tu camino... Te encuentras un pincheta de aquellos tiempos, un enfermero del rollo, un matasanos de receta fácil...."




"Una orquídea roja floreció en la base del cuentagotas. Dudó un segundo cumplido, luego apretó la goma y observó el líquido que se precipitaba hacia la vena como aspirado por la silenciosa sangre sedienta. En el cuentagotas quedó una fina capa de sangre iridisciente, y el collar de papel blanco empapado en sangre, como un vendaje. Llenó el cuentagotas de agua. Al vaciarlo otra vez, el chute le pegó en el estomago, un golpe blando, dulce. Me miro los pantalones, asquerosos, no me los he cambiado desde hace meses... Los días se deslizaban, amarrados a una jeringuilla con un largo hilo de sangre... Estoy olvidando el sexo y todos los placeres corporales precisos, soy un fantasma drogado, gris. Los chicos hispanos me llaman El Hombre Invisible... el hombre invisible."




"Me busco una vena en el pie desnudo y sucio... Los yonquis carecen de vergüenza... son impermeables a la repugnancia ajena. Es poco probable que la vergüenza pueda darse en ausencia de libido sexual... La vergüenza del yonqui desaparece con su sociabilidad asexual, también dependiente de la libido... El adicto considera su cuerpo impersonalmente, como un instrumento para absorber el medio en el que vive, valora su tejido con las manos frías de un tratante de caballos: Es inútil tratar de pinchar aquí. Ojos de pez muerto que revolotean sobre una vena destrozada."




"- El cuerpo humano puede funcionar a base de azúcar solo, me cago en Dios... Soy consciente de que algunos de mis ilustres colegas que tratan de empequeñecer mi genial trabajo, pretenden hacer creer que introduzco clandestinamente vitaminas y proteínas en el azúcar de Iris... Desafío a esos tontos del culo sin nombre a que se arrastren fuera de sus letrinas y hagan un análisis in situ del azúcar de Iris, y de su té. Iris es un coño norteamericano integral. Niego categóricamente que se esté alimentando de semen. Y permítanme aprovechar esta oportunidad para declarar que soy un científico respetable, no un charlatán, un iluminado, o un presunto hacedor de milagros... Nunca he pretendido que Iris pudiera subsistir exclusivamente por fotosíntesis."




"El resultado fina de la representación celular completa es el cáncer. La democracia es cancerígena y su cáncer es la burocracia. Una oficina arraiga en un punto cualquiera del Estado, se vuelve maligna como la Brigada de Estupefacientes, y crece y crece reproduciéndose sin descanso hasta que, si es controlada o extirpada, asfixia a su huésped, ya que son organismos puramente parásitos. (...) La burocracia es tan nefasta como el cáncer, supone desviar de la línea evolutiva de la humanidad sus inmensas posibilidades, su variedad, la acción espontánea e independiente, y llevarla al parasitismo absoluto de un virus."