viernes, 9 de julio de 2010

Truffaut Ciclo Doniel IV (Domicilio Conyugal)

Solo dos años pasarían antes de que llegase la que parecía iba a ser la última entrega sobre las andanzas de Antoine Doniel. Al parecer esa era la idea de Truffaut, aunque como veremos más adelante, años más tarde retomaría el tema para redondear al personaje, y a su vez homenajear toda la serie.
Antoine Doinel ahora tiene 26 años y ya no es un joven vulnerable, sino que ha de responder a la vida y a las responsabilidades como un adulto. Casado finalmente con Christine, con la que le dejamos paseando en Besos Robados, la pareja vive en un pintoresco patio de vecinos de Montmartre, y están esperando el que será su primer hijo.



En Domicilio Conyugal vemos un alejamiento del director respecto al protagonista. De alguna forma, y pese a que seguirá habiendo algunos detalles autobiográficos, Doniel se emancipa de su creador, y ahora si tiene que responder ante la vida como un ser adulto y maduro. En este film el espejo en el que se mira Truffaut es definitivamente la comedia, y más concretamente la clásica americana de los Capra, Cukor o Lusbitsch. Si bien, no es Truffaut un mero imitador, y su huella estará ahí, narrándonos una comedia de parejas, no exenta de su ya ampliamente comentado poso melancólico.
Película llena de homenajes, no solo los clásicos de la comedia americana nos vendrán a la memoria al visionarla. Los encuadres de piernas, como con el que arranca la película, nos traerán a la memoria a Buñuel; el patio de vecinos lo podría haber firmado Renoir 30 o 40 años antes; las miradas a través de las ventanas que tanto usó su admirado Alfred Hitchcock… Y todo eso para crear algo genuino, que seguramente ha influido en directores posteriores (por ejemplo Woody Allen), los cuales al igual que Truffaut en su momento, aprenden de los mejores para reinterpretarlos a su manera.

En Domicilio Conyugal todo tiene un aire alocado. Los diálogos rápidos, y las entradas y salidas de personajes serán esenciales para reforzar ese aire cómico dentro del patio de vecinos, en el que se entrecruzan un cantante de opera, un imitador televisivo, una mujer madura que acosa a Doniel, o el memorable cameo del mítico personaje de Tati “Hulot”… tratando de conseguir un humor amable y rutinario.
Y en todo ese caldo de cultivo se va desarrollando el relato, que no hace otra cosa que seguir las andanzas del joven matrimonio.
Doniel, el joven rebelde, definitivamente se ha acomodado, e incluso podemos decir que está ciertamente aburguesado. Sin embargo, y a pesar de ello nos invade con su simpatía, así como con su extraño vitalismo, y sentimos más cariño que otra cosa ante ese niño-adulto que con su inmadurez e inseguridades, no puede terminar de integrarse en la sociedad. Su oficio tintando flores, o los continuos prestamos a un amigo que ya de por si le debe dinero, son ejemplos de ciertos rasgos de la personalidad del Doniel nihilista de siempre. En definitiva, acciones propias de un soñador vitalista que conserva cierta inocencia.
Y Frente a él, Christine, la cual llena la pantalla de elegancia, sensibilidad y sensualidad, recordando mucho a Catherine Deneuve. Mucho más madura que Doniel, y segura de lo que quiere en casi todo momento, tratará de ir solventando los problemas que toda pareja acarrea.

Pero Doniel no pondrá las cosas fáciles, apareciendo el tema del adulterio, (claramente autobiográfico pues fueron repetidos los escarceos amorosos de Truffaut) cuando se deja encandilar por una exótica japonesa llamada Kyoto, que traerá el fracaso al matrimonio.
El aparente “Happy End” final, no deja de ser eso, una apariencia, pues la secuencia final, en la que a la pareja Doniel-Christine les ocurre lo tantas veces sucedido a sus vecinos, no es sino un tratamiento irónico y sarcástico de la reconciliación, y de la pareja en si. Aunque, no es menos cierto que quizás se pudiese ver desde otro prisma, y este no sería otro que el de ver ese tipo de situaciones como necesarias y encantadoras dentro de un matrimonio.
En definitiva, en Domicilio Conyugal, Truffaut nos muestra dos maneras de ser, dos modos de entender el amor, dos educaciones diferentes, y dos extracciones sociales contrapuestas, que a pesar de todo luchan, cada uno a su manera, por sacar su amor adelante. Resumiría todo esto en una memorable frase de la película en la que Doniel dice a Chirstine que ve en ella a su hermana, su hija, su madre, su amiga….sin embargo no dice a su mujer, y ella se lo recrimina…